Pocos actores son capaces de crear leyendas tan icónicas como la del mafioso más famoso del cine. Ese Vito Corleone que trascenderá con su interpretación tan rigurosa. Pero Marlon Brando destacó desde su primer papel. Era el año 1950 y con Estados Unidos en plena Guerra Fría interpretó a un veterano postrado en una silla de ruedas. Aquí ya dejó claro que se tomaba su trabajo muy en serio, siguiendo los métodos del famoso Actor's Studio. Para meterse en la piel de su personaje en 'The men' (1950), se internó en un hospital de veteranos de guerra y convivió con ellos durante semanas.
Ya en su segundo papel, en el film 'Un tranvía llamado deseo' (1951), consiguió la nominación al Oscar. Volvió a destacar por su preparación actoral, pero también por el esculpido físico que lució en varias secuencias. Esta película imprimió para siempre esta imagen de seductor rebelde, que chocaba con los convencionalismos de Hollywood. No era un galán gentil, sino un hombre hecho a sí mismo, con un carácter que se exhibía sin cortapisas (a la par que sus bíceps y abdominales). Y, claro, se suspiraba por él dentro y fuera de la gran pantalla. Sus interpretaciones influirían a posteriores sex symbols como James Dean o Paul Newman.
Siguió nominado al Oscar por sus papeles de Emiliano Zapata en 'Viva Zapata' (1952) y Marco Antonio en 'Julio César' (1953). Y su primera estatuilla llegó en 1955 gracias a su papel en 'La ley del silencio', que llegó a cosechar ocho Oscar. Una película controvertida, basada en hechos reales, con la que ese idilio cinematográfico con el director Elia Kazan alcanzó su culmen.
Brando exprimió al máximo su fama de seductor. Una de sus interpretaciones más recordadas fue la de 'Countess from Hong Kong' (1967), en la que el mismísimo Charles Chaplin le eligió para vivir un loco romance junto a Sofía Loren. También mostró su lado más sexy protagonizando la primera y única película que el propio Brando dirigió: 'El rostro impenetrable' (1961). El western tuvo una buena crítica e incluso se llevó la Concha de Oro en el Festival Internacional de cine de San Sebastián.
De 'El Padridno' a 'El último tango en París'
En los 70 su aspecto físico cambió, dando paso a una estética algo desmejorada. El galán que rompió moldes supo reciclarse y en esta década le llegó uno de los papeles de su vida, con el que se hizo con su segundo Oscar. Su papel de jefe de una familia mafiosa como 'El padrino' (1972) le aupó como icono cinematográfico. Aunque Coppola tuvo que pelear con los productores porque no veían a Brando como Vito Corleone. Pero además rechazó acudir a la entrega, y en su lugar mandó a la actriz Sacheen Littlefeather, quien se hizo pasar por indígena y subió al atril a dedicar un afilado discurso a la industria de Hollywood, sacándoles los colores por cómo representaban en sus películas a los pueblos indígenas.
Su suerte cambió y, lejos de caer en el olvido de ese mito erótico que fue, apostaron por él para sus superproducciones. En 1978 interpretó al padre del superhéroe en 'Superman: la película'. Con un presupuesto de 55 millones de dólares, fue la película más cara realizada hasta ese momento. Marlon Brando se embolsó 14 millones de dólares por un papel de apenas diez minutos. Se labró una fama de actor exigente y conflictivo. Por ejemplo, en 'Apocalypse Now' (1979) inicialmente se negó a viajar a Filipinas (a pesar de haber cobrado un adelanto) para rodar sus escenas como el coronel Kurtz. Cuando Coppola logró convencerlo, Brando se presentó con la cabeza rasurada y con el doble de peso, lo que forzó a Coppola a grabar sus escenas entre sombras.
No todo fue brillante en su carrera. En 2011, Maria Schneider le acusó de haberla violado en la película 'El último tango en París' (1972). La actriz declaró que la violación que se muestra fue real, y que la penetración no se contemplaba en el guion original aunque fue sugerida por el propio Brando. Fue tal el shock que las lágrimas que aparecen en la escena fueron fruto de su conmoción.
Si hay alguien que está convencido de que Jack Nicholson y yo somos amantes, que continúe convencido. Me parece divertido"
El actor tuvo que hacer frente al drama personal también fuera del celuloide. Desde la infancia sufrió el trastorno bipolar de su madre y vivió en primera persona cómo algunos de sus amantes la maltrataron. Tampoco tuvo buena relación con su padre, dicen sus biógrafos que nunca le reconoció sus logros actorales y que su relación fue tensa y conflictiva hasta que murió. De adolescente fue expulsado de la academia militar por mal comportamiento. Se mudó a Nueva York con su hermana y empezó una vida repleta de relaciones de las que, que se sepa, llegó a tener once hijos y tres matrimonios oficiales.
Exhibía su carácter en las entrevistas con la prensa, tras haber sido perseguido por sus múltiples escarceos. En 1976 se publicó que era homosexual y le contestó así a un periodista que le preguntó sobre su orientación sexual: "La homosexualidad está tan de moda que ya no es noticia. Como muchos hombres, yo también he tenido experiencias homosexuales y no me avergüenzo. Nunca he prestado mucha atención a lo que la gente piensa de mí. Pero si hay alguien que está convencido de que Jack Nicholson y yo somos amantes, que continúe convencido. Me parece divertido".
En 1990, vivió su peor tragedia personal. El novio de su hija Cheyenne fue asesinado en la residencia familiar. Se convirtió en un circo mediático cuando se acusó a Christian, su primogénito, de ser el autor material del homicidio. El episodio marcó profundamente a su entorno familiar: Christian fue condenado a seis años de prisión y su hija Cheyenne se suicidó cinco años más tarde. Se cernían sus años más negros. Según su biografía 'Brando en el ocaso', pasó sus últimos años de vida al borde de la indigencia.
Murió el 1 de julio del 2004 en Los Ángeles, a los 80 años, a consecuencia de una fibrosis pulmonar. Ahora, en el centenario de su nacimiento, se recuerda su extensa carrera, con sus luces y sombras, que le elevó a auténtico mito de la historia del cine.