Lleva 50 años disfrutando de un regalo que tiene forma de cine, de teatro y de música. La Ana Belén cantante es fruto de la insistencia. No fue elección propia. Si no hubiese sido por Víctor Manuel, asegura que "no hubiese sido cantante porque era un mundo que no conocía".
Gracias a ese empeño, la Puerta de Alcalá siempre tendrá quien la mire. Ana Belén es muy consciente de que si ha llegado donde ha llegado es gracias a las buenas compañías.
"Yo he llegado a donde estoy por la gente que me he cruzado en el camino. Sin esa gente, a lo mejor hubiese terminado siendo secretaria y ahora estaría jubilada", señala.
Es inevitable echar la vista atrás, sobre todo, después del Goya de Honor que le entregaron en 2017. Un premio que suele decir a gritos que te queda menos tiempo por disfrutar del que ya has disfrutado y da vértigo. "Ahí, sí me da un poco de vértigo. Entonces, inmediatamente, me tranquilizo un poco y digo claro, es que empecé a los 13 años", añade.
Pero aún al final del camino, hay muchas cosas por hacer y frustraciones a las que hacer frente. "Tocar el piano que es una cosa que cuando me veo ahí delante digo: qué pena esta mujer que no sabe", explica.
Son sus sueños pendientes, pero también tiene para los demás: que nadie más tenga que echarse al mar en una patera: "A mí me gustaría que me contasen el cuento de que eso no existe ya. No hay tantas familias, personas, niños, adultos, muriendo en el Mediterráneo por tratar de encontrar una vida un poquito mejor".
Puede que hoy sea mucho pedir, pero en eso consisten los cuentos. Pedir regalos que parecen imposibles.
Eran conocidos como los 'caras rotas'
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Los conocidos como 'caras rotas' eran despreciados por la sociedad, como se narra en El reconstructor de caras. Solo algunos, gracias al cirujano Harold Gillies, vivieron una segunda oportunidad.