La carrera ha durado dos minutos y cincuenta cinco segundos aunque a los dos minutos y veinte segundos cuatro de los astados y todos los mansos ya se encontraban en el coso pamplonés.
Dos toros cárdenos se han quedado rezagados de sus hermanos en la parte final del encierro, creando algún momento de tensión hasta el ruedo, si bien el mayor peligro se ha vivido en la Cuesta de Santo Domingo y la Estafeta con tres corneados, según fuentes del Complejo Hospitalario de Navarra y de Cruz Roja.
Después de una jota en honor a San Fermín interpretada por una mujer y su hija, miembros de la peña La Jarana, y los tres tradicionales cánticos de los mozos al santo pidiendo su protección, a las ocho en punto de la mañana los Cebada Gago han abandono los corrales de Santo Domingo con los mansos en cabeza.
Sin embargo, en solo unos segundos, un toro melocotón ha tomado la posición de líder y seguidamente sus hermanos se han situado junto a él, posiciones que ya han mantenido a lo largo de todo el encierro.
La Cuesta de Santo Domingo la han pasado agrupados, aunque uno de los morlacos ha derrotado varias veces hacia su derecha, alcanzado en una de ellas con las astas a un corredor en la zona del escroto, y solo unos metros después, casi en la Plaza del Ayuntamiento, a un segundo a la altura del tórax.
Rápidos y sin prestar demasiada atención a los mozos, los "cebaditas" ha atravesado la calle Mercaderes y llegado a la curva de la Estafeta, donde dos de ellos han resbalado sin llegar a caer al suelo.
El encierro en esta calle ha tenido dos partes, una primera con los toros juntos en una carrera bastante limpia aunque con sucesivas caídas de los mozos, y una segunda con dos toros cárdenos descolgados y fijándose en los corredores, uno de los cuales ha sido herido en una pierna.
La manada ya no ha vuelto a unirse y mientras el grueso de la misma atravesaba Telefónica y el callejón sin problemas, y ya en el coso eran conducidos a chiqueros sin dificultad, los dos últimos astados seguían la carrera sueltos.
Uno de ellos ha realizado sucesivos derrotes a su derecha creando momentos de peligro entre los mozos, algunos de los cuales han hecho gala de su imprudencia al tocar el lomo de los animales. Con medio minuto de retraso sobre sus hermanos, los dos últimos Cebada han entrado en el ruedo y caminado sin prisas a los corralillos.
Tres décadas de carrera
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