El acceso a la vivienda, la falta de humanidad en nuestra sociedad o el auge de la ultraderecha están entre las preocupaciones de Nacho Vegas. "Ahora es como si estuviera de moda ser facha, como signo de rebeldía, como si ser facha fuera lo que era para nosotros ser punki o rebelde, que te gustara la música no comercial", destaca el artista. Y para combatir un discurso, que para el autor es antifeminista, racista y LGTBIfóbico, reivindica el papel de la sociedad civil y la anima a volver a tomar las calles y a colectivizarse para defender, por ejemplo, la sanidad pública.
"Ver cómo se usa como arma arrojadiza, no solo la salud mental, sino la atención primaria también o la muerte de nuestros mayores en residencias vendidas a fondos buitres, sientes indignación y vergüenza", lamenta Nacho Vegas. Sentimientos que se han colado en su nuevo disco. Uno de ellos es el de la ternura como herramienta para luchar contra el cinismo. "El cinismo es una visión del mundo muy descreída, que empieza y termina en uno mismo y la ternura es algo que pasa por reconocer a la otra persona", destaca.
El álbum lo ha escrito en un pequeño pueblo costero, refugio de la tristeza que le dejó el confinamiento. "Es una especie de tristeza en la que te acabas instalando y acabas viviendo en ella", confiesa Nacho Vegas. Y de esta experiencia han surgido 10 canciones que hablan de la soledad, de sus amigos, de sus referentes y de sus raíces: el folklore asturiano.
Eran conocidos como los 'caras rotas'
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Los conocidos como 'caras rotas' eran despreciados por la sociedad, como se narra en El reconstructor de caras. Solo algunos, gracias al cirujano Harold Gillies, vivieron una segunda oportunidad.