La pareidolia, un fenómeno psicológico que nos hace percibir cosas que no existen, mensajes que creemos ocultos, pero forman parte de la realidad más divertida.
En nuestro cerebro tenemos un área llamada giro fusiforme que se encarga de distinguir caras. Es una adaptación evolutiva que actúa con rapidez y nos ayuda a diferenciar el rostro de un amigo del de una fiera, por ejemplo.
El giro fusiforme situado en el hemisferio izquierdo es el que realiza esa función, pero ojo, porque luego tiene que pasar por un filtro: el de la razón, presente en el giro fusiforme del hemisferio derecho.
Este filtro dará credibilidad a esa cara, y nos dirá si tiene credibilidad o no, porque un cubo puede ser Donald Trump hasta que ese hemisferio diga lo contrario. De igual forma se explica que reconozcamos constelaciones en el cielo, carros en la Osa Mayor y en la Osa Menor e incluso algo más profundo, mensajes subliminales en las canciones cuando se escuchan en sentido contrario.
Nada hay de cierto a menos que nosotros mismos creemos esa realidad, es lo que ocurre con una iglesia de Florida, que por su forma muchos conocen ya como "iglesia de pollito".
Eran conocidos como los 'caras rotas'
De héroes a monstruos, la desgracia de los soldados desfigurados en la Gran Guerra: "Las novias rompían el compromiso y los niños salían huyendo"
Los conocidos como 'caras rotas' eran despreciados por la sociedad, como se narra en El reconstructor de caras. Solo algunos, gracias al cirujano Harold Gillies, vivieron una segunda oportunidad.