Mandar una postal pertenece a otra época... o no. Porque aunque escribir postales haya caído casi en el olvido, hay gente que todavía lo hace, por el mero placer de recibir un recuerdo de alguien cercano que está lejos.

Las nuevas tecnologías han obligado a la postal a convertirse prácticamente en una rareza. Pero hubo un tiempo en el que eran las estrellas de los buzones. Recibir una alegraba el día a cualquiera, porque significaba que se habían acordado de ti.

Las primeras postales se enviaron a mediados del siglo XIX. Hoy aquellas postales todavía guardan miles de recuerdos. Desde el viaje del Titanic, hasta la caída del muro de Berlín. Pero, ¿qué pasa con las postales modernas? Además de comprarlas en nuestros viajes, hay gente que se dedica a enviárselas a desconocidos por todo el mundo.

Básicamente eso es el 'postcrossing'. Es tan fácil como darse de alta en una web y enviar una a un usuario al azar que te marca la página. Ya estás dentro. A partir de ahí recibirás tantas postales como envíes.

La iniciativa la tuvo un portugués en 2005. Actualmente más de 700.000 personas están enganchados al 'postcrossing'. Se envían casi 700 postales en una hora, y los usuarios de la web han recibido más de 50 millones.

Las postales del 'postcrossing' llevan recorridos 246 millones de kilómetros de buzón en buzón con la misma intención que tenían antaño: hacernos viajar, sin salir de casa.