Si hay una expresión coloquial de esas con doble sentido y muy típica española, es la de 'te voy a poner mirando a Cuenca'. Apostamos a que alguna vez la has escuchado, o dicho en broma o en serio, pero ¿conoces el origen de esta pícara frase?
En términos lingüísticos, 'poner mirando a Cuenca' es una expresión idiomática o modismo: frase y dicho que emplea imágenes, historias y referencias culturales para explicar una idea. Algunos otros ejemplos de frases del estilo son: 'llevar al huerto', 'tocar la zambomba', o 'comer el higo (o la chirla)', entre otros. Y saliendo de la temática picantona, tenemos otros muy típicos como: 'meter la pata', 'no tener pelos en la lengua', o 'donde comen dos, comen tres', por ejemplo.
Por lo general, este tipo de expresiones no se pueden traducir a otro idioma de manera literal porque pierden su significado. Si traducimos 'poner mirando a Cuenca' al inglés, no seríamos capaces de tan siquiera imaginar que la frase pudiera tener algún sentido sexual.
Qué significa la expresión 'Poner mirando a Cuenca'
La expresión 'poner mirando a Cuenca' se refiere a una relación sexual en la que una de las personas está a cuatro patas y la penetración tiene lugar desde la espalda de esta. Comúnmente, a esta postura se le llama "del perro" o, lo que es lo mismo, pero llamado de manera más precisa: el "coito a tergo".
'Poner mirando a Cuenca' hace alusión a esta situación en un tono de humor, y es utilizada en muchos lugares de España. No obstante, la mayoría de las personas que la utilizan no sabe de dónde proviene o qué tiene que ver Cuenca con una postura sexual o que te pongan mirando para la bonita ciudad de las famosas Casas Colgadas.
De dónde viene la expresión 'Poner mirando a Cuenca'
Existen varias teorías para explicar el origen de 'poner mirando a Cuenca'. Una de ellas, quizás la que cuenta con más soporte, afirma que se originó durante el reinado de Felipe I de Castilla, conocido como Felipe el Hermoso, a finales del siglo XV y principios del XVI.
Felipe era famoso por su atractivo físico y por ser tener una gran afición a tener relaciones con mujeres aparte de su esposa. Vamos, que era todo un mujeriego. Se cuenta que, para evitar ser descubierto por la reina Juana I de Castilla, la famosa Juana la Loca, Felipe construyó un observatorio astronómico en Toledo, que le serviría de tapadera.
Este observatorio le permitía llevar a cabo sus encuentros amorosos con sus amantes lejos de miradas indiscretas. Se dice que, cuando Felipe subía al observatorio con alguna de sus amantes, decía: "Subo con la dama al observatorio, que la voy a poner mirando para Cuenca".
La ciudad de Cuenca, situada al este de Toledo, servía como una referencia geográfica y eufemística. Según esta teoría, recogida por el blog Etimologías, los guardias del rey, que obviamente sabían a qué subía el monarca al observatorio, comenzaron a utilizar la frase por los burdeles de Castilla, por lo que la expresión tuvo una rápida difusión. Con el tiempo, esta frase se popularizó y se extendió más allá de la corte, convirtiéndose en un modismo utilizado en diversas regiones de España para referirse de manera humorística y velada al acto sexual.
Aunque esta anécdota específica sobre Felipe el Hermoso y su observatorio en Toledo no está confirmada históricamente, ofrece una explicación plausible de cómo pudo haberse originado esta expresión en el contexto de la cultura y las costumbres de la época.
Otra teoría señala que la expresión 'poner mirando a Cuenca' proviene de "poner mirando a la Meca", en referencia a la postura de rezo de los musulmanes, que se orientan hacia el este donde se encuentra La Meca para hacer sus rezos. Esta teoría relaciona la expresión con la similitud entre la postura de rezo musulmana y la posición sexual conocida como "postura del perro".
Aunque la historia precisa del origen de la expresión 'poner mirando a Cuenca' no esté completamente documentada, las teorías sobre su procedencia reflejan cómo las referencias geográficas y culturales pueden evolucionar para formar parte del lenguaje coloquial y humorístico.