'The Cure' ha logrado recuperarse de la agridulce impresión que esta banda de rock alternativo con 30 millones de discos vendidos en todo el mundo dejó tras su último paso por España, con un concierto esta vez balsámico, generoso y vibrante que ha hecho justicia a la influencia de su legado.
Hasta el tiempo se ha aliado con el aire melancólico de los británicos, propiciando un día gris de fina lluvia constante que no ha impedido que el antiguo Palacio de Deportes de Madrid registrara una de las entradas más espectaculares de los últimos meses, más de 16.000 personas según la organización, muy pocas de ellas vestidas con el casi canónico color negro.
De igual manera, el espectáculo, muy fluido, ha revisitado los diversos géneros o colores que les han convertido en referencia, como el post-punk de su seminal "Three imaginary boys", el rock gótico de "One hundred years" y "A forest", la "new wave" optimista de "Boys don't cry", "Inbetween days" o "Friday I'm in love" y hasta apuntes electrónicos en "The walk".
Después de enfocarse en los últimos años en el formato de festivales, el grupo se reencontraba por fin con seguidores, no oyentes accidentales, gracias a "The Cure 2016", primera gran gira europea desde 2008, con 30 conciertos en 17 países.
Las cosas pintaban así de otro modo respecto a su última actuación en el Bilbao BBK Live! de 2012, cuando el show se retrasó enormemente por un problema técnico y el árido repertorio no ayudó a convencer a un público festivalero poco versado en las aristas del grupo.