Turistas venidos de todo el mundo comienzan a poblar la ciudad de Navarra horas antes del inicio de una de las fiestas patronales más importantes de España: los Sanfermines. En la calle, se ultiman los detalles para la celebración del chupinazo y los consiguientes siete días de fiesta y se completan las últimas plazas disponibles en los balcones -al precio de 110 euros- para ver de cerca las carreras de los toros, pues a partir del día 6 el alquiler asciende hasta los 300 euros.

Ante la alerta de lluvia durante los días de la festividad, el pavimento del encierro está cubierto por un tratamiento antideslizante y los bares se plantean dudan a la hora de sacar las barras a la calle, aunque algunos se muestran optimistas. "A ver si este año se consume más en los bares y menos botellón porque hace mal tiempo", comenta un camarero mientras se prepara para la gran cantidad de trabajo que se le viene encima.

Además, bajo el lema "por unas fiestas libres de agresiones sexistas", el Ayuntamiento ha desarrollado una extensa campaña para evitar los continuos abusos sexistas a los que normalmente se ven sometidos las mujeres en esta fiesta. Por ello, el chupinazo y los encierros contarán, además, con un nuevo dispositivo de seguridad -formado por policías municipales y forales- que se encargará de vigilar y localizar este tipo de agresiones entre el gran número de personas que se reunirá en una fiesta donde parece predominar el "todo vale".