Sale 'fuego' del suelo de Madrid en la carretera que rodea la ermita de San Antonio, a escasos metros de la estación de Príncipe Pío. Al cruzar la calle para entrar al Parque de la Bombilla, dos pantallas blancas gigantes anuncian a los vecinos que ya ha llegado el verano al barrio.

Los carteles indican qué películas se proyectan cada noche al aire libre, y la taquilla, a eso de las 21 horas, está ya con la ventana abierta para aquellos que aún se siguen dejando llevar por la improvisación a la hora de organizar sus planes.

David Lluesma, Director Gerente de Fescinal, el cine de verano La Bombilla, nos abre las puertas en su inauguración. Ha crecido entre esas dos grandes lonas blancas donde cada noche de verano proyectan películas, algo que para él es ya una tradición: "Mis padres empezaron con esta historia en 1984 (su ubicación estaba por aquel entonces en el parque La Chopera, en El Retiro) y hoy sigo llevándolo yo, aunque a mi madre la puedes seguir viendo por ahí dentro (señala la zona de las taquillas y el bar), está preparando todo para el estreno junto a los demás trabajadores".

David Lluesma, director de Fescinal

"Os he echado mucho de menos", dice el primer cliente que llega a la inauguración con su entrada en la mano, recién sacada de la taquilla, de color rosa y con los típicos 'agujeritos a los lados'. "A la gente le gustan mucho. Las mantenemos por el aire nostálgico que dan, pero también tenemos entradas online", explica Lluesma. Pero este año no se venderán más de 1.250 al día ya que Fescinal va a mantener el aforo de los últimos años: "Podríamos llegar a 1.600, que es como estábamos antes de la pandemia, pero queremos que aún sea un año de transición y que la gente tenga su espacio y no se sienta agobiada".

Así, pensando en sus clientes, es como este cine de verano se ha vuelto un imprescindible en la zona: "Tenemos a toda la gente del barrio, somos muy queridos aquí. En la pandemia tuvimos muchas dificultades para abrir, pero las plataformas vecinales se pusieron manos a la obra. Ellos consiguieron que abriésemos. Gracias a ellos estuvimos y estamos aquí. No hemos fallado ningún año", desvela Lluesma.

Las entradas de Fescinal

Al levantar la vista, vemos ir y venir a las últimas cabinas del día del Teleférico. La atracción que muestra Madrid desde las alturas pasea a diario por encima del cine de Lluesma: "Hasta eso nos gusta. No somos puristas. Aquí pasa el tren, se oye la ambulancia, los pájaros... Soportamos bien todas esas cosas mientras vemos la película, no somos muy 'tiquismiquis'. En cambio, la silla sí que la soportamos cada vez peor. Cuando lo llevaba mi madre los asientos eran de hierro y ahí la gente veía seis horas de cine y no se quejaba nadie. Ahora muchos vienen con almohadas, cojincitos... Sí que somos un poquito 'culito fino'", bromea.

Unas vallas llenas de grafitis rodean todo el cine. Y sí, estas expresiones artísticas también llevan la firma de sus vecinos: "Hace unos quince años los chavales del barrio que grafiteaban me dijeron: 'Oye, David, ¿podemos pintar en la valla?'. Les di un permiso y de ahí nació la idea de hacer un pequeño certamen de 'Cinegrafiti'. Un día del verano hacemos una pequeña fiesta de arte urbano y como el grafiti es un arte efímero, pintan sobre los dibujos del año anterior", dando así un aspecto diferente cada temporada.

Cine de verano Fescinal

El objetivo de Lluesma es que este "festival de cine al aire libre" no acabe nunca, por eso organiza diferentes actividades cada semana, como los coloquios: "Tienen mucho éxito y los hacemos desde que empezamos en La Bombilla, aproximadamente". En estas charlas, los propios protagonistas, directores o directoras de las películas que proyectan esa misma noche hacen una breve presentación y se quedan luego a responder todas las preguntas que han surgido entre el público durante el visionado. "Hoy proyectamos 'Canallas', la nueva película de Daniel Guzmán, y hacemos coloquio con él".

La cola de la entrada al cine de verano cada vez se va llenando de más gente y son varios los vecinos que se acercan a saludar al dueño antes de buscar asiento. Entre unos y otros, sin que todavía haya desaparecido el sol, llega Daniel Guzmán a Fescinal: "Ya pusieron aquí 'A cambio de nada' (su primera película como director) y cuando me dijeron que querían abrir la temporada con 'Canallas' no dudé en venir. Me encanta, me parece una experiencia total el cine de verano", cuenta el actor y director a laSexta.com. "El cine de verano siempre me lleva a la infancia. Cuando era pequeño veraneaba en Pelayos de la Presa y mis recuerdos más especiales son en el cine de verano de allí, con mis padres, en esas sillas de madera. Íbamos con el bocata a ver las pelis. Si mezclas el aire libre con algo que te guste mucho, sale algo maravilloso", recuerda Guzmán con cariño antes de presentar su película ante el público de Fescinal.

Coloquio con Daniel Guzmán en Fescinal

Cine de verano Villaviciosa de Odón

En nuestro empeño por disfrutar las noches de verano en los cines al aire libre, damos con el de Villaviciosa de Odón, a unos 25 kilómetros de Madrid. Su dueño, Juan Luis Pachón, nos enseña todos sus rincones mientras echa la vista atrás para contarnos cómo surgió la idea de levantar un castillo en medio de un descampado, en un pueblo del suroeste de Madrid, con vistas a una gran pared blanca donde proyectar cada noche de verano una película diferente.

"Teníamos una casa de la obra sindical del obrero en Alcorcón cuando en el municipio no había ni mil habitantes (en los años 50), y en ese mismo patio pusimos un cine de verano", comienza diciendo Pachón. Su objetivo era ver películas 'a la fresca', pero la ley les hizo cerrarlo. Eso no les frenó y, como buenos aficionados al cine, esta familia creó con esfuerzo el cine Pachón en el mismo municipio. "Mi padre era ebanista, fundó Mobelar (una prestigiosa empresa de muebles en Alcorcón), y el cine lo tenía como hobby". Por aquel entonces no estaba en sus planes abrir un cine de verano, hasta que le robaron su Citroën Tiburón: "A veces mi padre iba por la carretera y le saludaba la Guardia Civil al verle conducir ese coche. Era espectacular. Un día se lo robaron y nunca más volvió a aparecer. Como yo me había sacado el carnet de conducir, volvimos al mismo concesionario y me compró el Mehari", cuenta orgulloso.

-¿Y esto qué tiene que ver con el cine?

Juan Luis, desde la envidiable percepción del tiempo que tiene un jubilado, no escatima en detalles: "Espera, que ahora viene". "Fuimos a recogerlo al Pantano de Entrepeñas y Buendía y allí nos tenían preparada una sorpresa: una lancha. ¿Pero qué íbamos a hacer con una lancha en Alcorcón? Nos llevamos el coche y dejamos la lancha en el pantano de San Juan. Íbamos todos los fines de semana y un día vimos que por la zona se vendía una finca. La compramos y mi padre puso un cine de verano allí, en Pelayos de la Presa", curiosamente donde Daniel Guzmán nos contaba que pasó su infancia. "En dos años mi padre amortizó el chalet, el cine... Las familias iban sin parar a ver las películas allí". Tuvo tanto éxito que cuando un amigo suyo de Villaviciosa de Odón, con el que había hecho la mili, le propuso hacer uno en el pueblo, no dudó: "Aquí eran cuatro vecinos y se conocían todos. Nos vinimos aquí, a las afueras, para no molestar con el ruido y compramos el terreno".

Juan Luis Pachón, en el cine de verano de Villaviciosa de Odón

El cine de verano de Villaviciosa de Odón lleva abierto desde 1986 y tiene capacidad para 1.990 personas. Un restaurante, un bar, dos zonas de aparcamiento y un castillo rodean la sala. Pachón nos abre "la cocina del cine". Al correr la cortina que tiene delante del objetivo se puede ver cómo las rejas dejan un hueco libre para que los hierros que tapan la ventana no interrumpan la proyección. Por ese 'agujerito', nos hace partícipes de la vista más privilegiada: un muro de blanco impoluto que usan de pantalla. Encima de esos ladrillos, aún sigue un famoso cartel de 'Bienvenidos' que recibe cada noche al público: "Esas eran las cosas de mi padre", cuenta Pachón.

Proyector del cine de verano de Villaviciosa de Odón

La entrada al cine empieza a llenarse de gente y cada vez se escuchan más y más coches llegando al aparcamiento: "Hay unos clientes que vienen desde Toledo todos los años 8 ó 10 veces. Otros de Guadalajara que también. Cada año veo a gente que ha venido antes, pienso 'Este hombre qué mayor', y luego me digo 'Juan, mírate al espejo'. El tiempo pasa para todos", dice entre risas mientras Geni (su mujer) ultima todos los detalles. Aún no habían abierto la taquilla y Juan Luis Pachón ya tuvo que salir a poner el cartel de 'Completo' en el primer aparcamiento: "Aquí no se descansa".

Cine de verano Valdemoro

¿Pero, por qué nos gustarán tanto los cines de verano? José Ramón Fernández, gerente de la empresa del cine de verano de Valdemoro (a 30 km de Madrid), cree tener la respuesta: "Primero que se realiza en un tiempo concreto, no durante todo el año, y luego la costumbre. Todos tenemos recuerdos en algún cine de verano. Recuerda a los abuelos, al pueblo, a la playa... Eso es lo que hace que la gente venga, la curiosidad, los recuerdos, la nostalgia...".

Cine de verano Valdemoro

En plena plaza de toros del municipio, José Ramón monta cada año su cine de verano: "Llevamos 18 años abiertos y siempre ha sido aquí. Al principio convivíamos con los toros y ya como no hay toros prácticamente en casi ningún municipio, pues estamos solos". El público se puede sentar en el tendido y en las mesas que preparan para cenar en la propia arena: "Abajo tenemos unas 400 sillas pero nunca se ocupan todas porque se bloquean por mesas. Tenemos un aforo de 1.000 personas", explica al lado de la cabina, donde cuenta que ya no hace falta entrar para poner la película: "Ahora se arranca desde el móvil, está todo digitalizado".

Cine de verano Valdemoro

Mientras empieza a anochecer, notamos cómo el microclima de los cines de verano también afecta al de Valdemoro: "Hay como 5 ó 10 grados menos. No sabemos por qué, pero empieza a bajar la temperatura y se está muy fresquito". Fernández nos muestra las tres barras de bar donde los trabajadores ya tienen todo listo para empezar el servicio de cenas: "Es un negocio que tienes que tener amor por él. Sostenerse económicamente, no se sostiene... Hay que tener muchísima inversión para poder montar esto. Es un negocio a largo recorrido".

- ¿Y compensa?

- "Mis hijas han crecido aquí. A los tres días de nacer ya estaban detrás de estas barras. Por esta arena han dado sus primeros pasos, tras la pantalla han aprendido a montar en bici... ¡Cómo no me va a compensar tener este cine de verano! Es parte de mi vida", confiesa.

Fernández confía plenamente en que España siga siendo un país de cines de verano porque es el sitio donde los clientes no son un número más: "Es un lugar de reunión. Aquí la gente viene, se juntan entre ellos, se saludan... Como cuando vas al pueblo en verano y ves de nuevo a los amigos, ¿sabes? Es una sensación similar. Y sí, es verdad, en casa también puedes ver una película, pero eso no te da esta sensación. En ese sentido, no hay nadie que nos pueda ganar".