Kobe Bryant vivió volando y encontró la muerte volando. Además de sus vuelos en la cancha, Kobe utilizaba el helicóptero como un medio de transporte habitual. Residente en Malibú tenía que cruzar todos los días la megapoli de Los Ángeles para llegar al pabellón de entrenamiento de El Segundo. Para evitar los atascos el aire era su mejor aliado.
Kobe era más que un jugador, más allá de sus títulos y sus reconocimientos era un jugador que no dejaba indiferente a nadie. Sus seguidores lo adoraban con todas sus fuerzas y sus haters le perseguían sin descanso. Después de marcar una era en la cancha estaba llamado a hacerlo también en los despachos de sus queridos Lakers. La 'mamba negra' quería acabar con la maldición que di e que los grandes jugadores no suelen ser grandes directivos.
Su infancia en Italia, donde llegó a los 6 años acompañando a su padre Joe Bryant, también jugador profesional, le marcó. Coincidir con Pau Gasol le terminó de convencer de las bondades de los países mediterráneos. Kobe habla un perfecto español y siempre se dirigía a Pau Gasol como su hermano.
Le hemos visto en varias ocasiones en nuestro país y siempre ha alabado el trabajo que se hacía en España en el mundo del baloncesto. Incluso llegó a decir que se forma mejor a los jugadores aquí que en Estados Unidos. Su felicidad fue tan grande cuando España ganó el último mundial que todos le vimos interrumpir las declaraciones en zona mixta de Marc Gasol para felicitarle.
El mundo del baloncesto está aturdido con esta pérdida y en los próximos días Los Ángeles se quedará pequeña para despedir a uno de sus hijos más famosos, aunque naciera en Philadelphia y se criara en Italia. Ha muerto una estrella, ha nacido un mito.