El Real Madrid no pudo romper la maldición de Moscú. Diez años después de su última victoria en la capital rusa volvió a caer ante el CSKA (82-78) en un partido en el que los blancos pagaron su debilidad en el rebote. Fue más un partido de Final Four, que un duelo de la liga regular.
Pero los rusos se adueñaron de ambas zonas. El campeón de Europa echó de menos a Llull, mientras Sergio Rodríguez volvió a enfrentarse a su antiguo equipo, aunque no fue decisivo. El Madrid se dejó la piel en cada posesión, pero no pudo equiparar el acierto ofensivo del CSKA, que de esta forma se pone segundo por delante del equipo de Pablo Laso, aunque con el mismo número de victorias.
Salieron muy fuertes los rusos. Dos triples en apenas un par de minutos metieron el miedo en el cuerpo a los blancos. Pero estaba claro que Laso había aleccionado a los suyos de que si el CSKA se escapaba en el marcador, remontar sería casi imposible.
Arrancó impreciso Campazzo, que falló varios tiros sin apenas oposición, aunque defendió muy bien a Sergio Rodríguez, que hoy no fue titular. Causeur y Tavares sostuvieron al Madrid en los primeros minutos, pero este último se cargó pronto de faltas y tuvo que ser sustituido. La defensa era el arma secreta del equipo blanco.
Apenas un par de transiciones rápidas de la escuadra moscovita cogieron desprevenido al campeón de Europa. Los pupilos de Laso también tenían la lección aprendida del partido de noviembre pasado en el que el equipo moscovita anotó más de la mitad de los triples que intentó.
Los madridistas se entonaron ofensivamente según se acercaba el descanso. Randolph era indescifrable para la defensa local desde el triple, Carroll anotó dos canastas casi seguidas y Ayón fue un monstruo en defensa ante Hines y cerró la zona con candado. Mientras, De Colo y Hackett, los jugadores más peligrosos de los locales, se fueron apagando según avanzaban los minutos ante la asfixiante presión blanca.
Además, Laso acertó al introducir al esloveno Prepelic. Empezó con la muñeca oxidada, pero en cuanto se entonó permitió a su equipo tomar ocho puntos de ventaja al poco de irse a vestuarios. (32-40) El Madrid, cuyo único punto negro fue el rebote (24-14), se fue al descanso con la esperanza de romper la maldición de Moscú.
La reprimenda del griego Itoudis en el descanso debió de ser de aúpa, ya que sus jugadores, especialmente De Colo, salieron con mucha más intensidad en el tercer cuarto. El Real Madrid capeaba el temporal como podía. Randolph mostró el camino a seguir con dos triples marca de la casa desde la esquina y un 2+1, que acallaron a una afición que comenzaba a creer en su equipo.
El rebote ofensivo de los rusos estaba matando al Madrid, mientras Laso se desesperaba en la banda. Así, los rusos se pusieron por delante por medio de un triple de Hackett (57-56) a falta de menos de tres minutos para el final del tercer cuarto. En ese momento, el "Chacho" saltó al campo con el cuchillo entre los dientes. Un triple y una asistencia más propia de sus tiempos en la NBA permitió al CSKA cerrar el cuarto con tres puntos de ventaja (64-61).
El Real Madrid comenzó muy impreciso el cuarto, pero aprovechó los fallos en el triple de los rusos para mantenerse cerca e incluso ponerse por delante de nuevo con un triple de un hasta entonces desaparecido Rudy Fernández. Entonces, al equipo español se le apagaron las luces y en apenas tres minutos los rusos metieron tres canastas por ninguna del campeón de la Euroliga.
Más Noticias
- El dato de Fernando Alonso que deja muy mal a Lewis Hamilton y 'Checo' Pérez
- Rafa Nadal, ante su última misión: "No estoy aquí para retirarme"
- El momentazo de Gresini y Marc Márquez haciendo la mudanza a Ducati
- Marc Márquez, premiado con el mejor adelantamiento del año en MotoGP
- Pecco Bagnaia pone a Marc Márquez de ejemplo para analizar su derrota contra Jorge Martín
La defensa ya no era una receta ganadora. Había que anotar. Los jugadores madridistas tenían la pólvora mojada, pero no Randolph. El Madrid se negaba a entregar la cuchara. Una falta en ataque llevó a los árbitros a anular un triple de Campazzo. Una polémica decisión que a la postre fue decisiva. Carroll tuvo en sus manos el empate desde la línea de tres, pero el balón no tocó aro.