Hablar de Blanca Fernández Ochoa es hablar de esquí. Es hablar de la mejor esquiadora española de todos los tiempos. La madrileña es la única medallista olímpica en unos Juegos Olímpicos de invierno que ha dejado nuestro país.
Porque en Calgary no pudo ser, pero en Francia, más concretamente en Albertvile, la española se reivindicó. Una caída evitó que lograra el oro en 1988, pero en 1992 tuvo frente al televisor a todo un país. Apenas fueron 45 segundos de eslalon los que necesitó para llevar el éxtasis a toda España... y para hacer historia.
Allí estaban animándola sus siete hermanos, entre ellos Paco, el pionero del esquí en España y la persona que animó a Blanca a seguir sus pasos tras haber logrado este el oro en Sapporo 72. Ambos llevaban el mismo dorsal, el número ocho. Las portadas de los periódicos reflejaron la hazaña y Cercedilla vivió una gran fiesta.
"Esa medalla a mí me supo a oro. Un orgullo, para el deporte español y para el deporte femenino", afirmó en el programa 'Dónde estabas entonces'.
Es la primera y única mujer española en tener una medalla en una cita olímpica invernal, y unió su nombre al de su hermano Paquito Fernández Ochoa.
Blanca abandonó el esquí profesional ese mismo año, tras haber ganado cuatro pruebas de la Copa del Mundo, haber sido abanderada olímpica en dos ocasiones y recibir el Premio Reina Sofía a la mejor deportista española y la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo
Luchadora en la pista, el esquí al que había dedicado su vida profesional quedó en segundo plano y practicó otros deportes. Se casó dos veces y se divorció otras dos. Tuvo dos hijos y asistió con dolor a la enfermedad y la muerte de su hermano Paco, fallecido a los 52 años.
Este mismo año el programa "Dónde estabas entonces" viajó con ella al año 1992, a las mismas montañas y pistas de esquí de Navacerrada donde creció y fue feliz.