El Atlético de Madrid rindió tributo a un ganador, Diego Godin, empató con el Sevilla y cerró la Liga como subcampeón por segundo año seguido, sin el premio de una victoria que mereció durante una hora, pero que frustró Pablo Sarabia para sostener con vida a su equipo en la pelea por la Liga de Campeones.
Todo en un día de indudable emoción en el Metropolitano. No había apenas nada en juego para el Atlético, cuyo segundo puesto era casi un hecho, pero sí mucha memoria y agradecimiento hacia el imponente central uruguayo, el capitán que se marcha al Inter, campeón de 8 títulos, con 388 partidos, 27 goles, uno valió una Liga...
Su adiós marcó el partido. Siempre estuvo presente en cada minuto. Clamó intensamente el Metropolitano su nombre, criticó el fondo sur a la directiva... Hubo más detalles. Y más protagonistas. Los gestos de Griezmann, agradecido a la afición y efusivo en cada canción a Godín, o Juanfran, cuando se golpeó el pecho, el escudo. Su futuro también está de actualidad. Como el de Filipe Luis, mientras aguarda una renovación que él quiere y el club duda. Hace unos días ni se la planteaba.
A falta de un partido, el próximo sábado contra el Levante, son asuntos de la temporada que viene, a la que ya apunta el Atlético, que vislumbra una nueva era. Lo hace desde el segundo escalón del podio, subcampeón por segundo año consecutivo. Su ambición no admite más que los títulos, pero es una posición de indiscutible mérito, más aún viendo la historia reciente del club.
Tras el 'doblete' de 1996 hasta ahora sólo ha ocupado uno de los dos primeros puestos en tres ocasiones en 23 años, las tres con Diego Simeone al frente de su banquillo. La sentenció la segunda plaza con un empate contra el Sevilla. Le desarmó por tensión, por actitud, por ambición y por intensidad en el comienzo del encuentro, incluso más allá de la hora de juego, también en el marcador, con el 1-0 de Koke, pero finalmente cedió un empate, cuando de pronto resurgió su rival con el 1-1 de Sarabia.
Había mucho menos en juego para el Atlético que para el Sevilla, que necesitaba ganar sí o sí para creer aún en la opción de la Liga de Campeones, siempre pendiente de algún resultado ajeno. Pero la puesta en escena demostró todo lo contrario. Entonces nunca pareció que el cuarto puesto era algo por lo que luchar para el conjunto andaluz, sometido por su contrincante y desplegado en una versión frágil atrás y casi inofensiva delante.
En todo el primer acto sólo puso en aprietos reales a Jan Oblak en el minuto 5. Nada más, realmente nada de nada, cuando enfrente tienes un portero como el esloveno y un equipo como el Atlético, que se toma cada partido muy en serio, más aún cuando debe honrar a uno de los suyos, con el equipo dispuesto a jugar en campo contrario. Morata tuvo tres ocasiones.
Las dos primeras las salvó Vaclik, la primera en un duelo individual y la segunda en un cabezazo; la tercera, que terminó en gol, la invalidó la posición en fuera de juego de Filipe Luis. La siguiente del Atlético, a la media hora, cuando menos aparentaba el gol, fue el 1-0, aliado con un rebote en Kjaer que cambió la dirección y negó las posibilidades a Vaclik.
En la segunda mitad sí dio un paso más el Sevilla, porque lo requería la derrota parcial, pero quizá también porque se lo permitió el Atlético, que le aguardó entonces como hace con tantos y tantos rivales cuando se pone por delante, para lanzar el contragolpe final. Lo tuvo, marcó el gol... Pero en fuera de juego.
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Y, de pronto, reapareció el Sevilla desde la intranscendencia anterior, rehabilitado en el partido por el centro cruzado de Franco 'Mudo' Vázquez que conectó Pablo Sarabia en el 1-1 en el minuto 69. No alcanzó a detenerla Jan Oblak. Tampoco a marcar el 1-2 el propio Sarabia, que dio vida aún a su equipo en la pelea por la 'Champions'.