Un penalti a la media hora, transformado por el francés Kevin Gameiro, definió el triunfo del Atlético de Madrid, que despachó con altibajos, sin exprimirse y con algunos apuros su duelo contra el Deportivo, que tuvo sus momentos, frenados por Jan Oblak o su falta de puntería.
Una victoria contra la presión, ejercida por detrás por el Real Madrid y el Valencia, con el derbi ya a la vista en el Santiago Bernabéu, y contra los contratiempos que padece el Atlético en los últimos tiempos, este domingo con sólo trece jugadores del primer equipo disponibles, incluido Diego Costa, 'tocado' en el banquillo.
Con seis bajas entre lesiones y sanciones, con Carlos Isaac como debutante en el lateral derecho, con el dato añadido de que once de los 18 convocados eran jugadores surgidos de la cantera y con la sensación de que también pudo empatar, tuvo más valor el triunfo del Atlético, que enlazó su octava victoria en el Wanda Metropolitano, las ocho sin un solo gol en contra, mientras aguarda nuevos desafíos, aún lejos del Barcelona -a nueve puntos-, y defiende su segunda posición, con cuatro puntos todavía de garantía.
Entre tanto, con tramos de inquietud, pero como una rutina más en este campeonato, doblegó al Deportivo, ya en su serie de partidos sin ganar, 15, más larga de sus 46 cursos en Primera, golpeado por los resultados, por su distancia ya de ocho puntos respecto a la permanencia y por un partido en el que dio la cara, compitió, mereció más durante un buen rato del choque y tuvo su momento.
No lo aprovechó Lucas Pérez. Ni en un duelo individual contra el esloveno Jan Oblak, que aguantó y ganó el cara a cara con el delantero después de un error impropio en el despeje de Stefan Savic, ni luego en un cabezazo a centro de Luisinho desde la banda derecha rojiblanca, el lugar por donde más sufría en ese momento.
Era ya mediado el primer tiempo, cuando mejor se sentía el Deportivo sobre el terreno, cuando más dudas demostraba el Atlético, que ya había alterado su sistema del 4-3-1-2 al 4-4-2, con apenas solo una parada del portero Rubén Martínez, hasta que cambió todo en un penalti señalado por Trujillo Suárez, en una pugna entre Pedro Mosquera y Saúl.
Gameiro, de vuelta al once entre la sanción de Griezmann y las molestias de Diego Costa, la transformó con soltura para anotar el 1-0 y, sobre todo, para dar al Atlético la primera y única certeza de un duelo gris, que encaró el descanso con otra opción más del Deportivo, un apurado cabezazo de Mosquera a puerta vacía y fuera.
No superó ya ese condicionante el Deportivo, porque el Atlético suele conceder poco, mucho menos de lo que había concedido ya en el primer tiempo, y menos aún cuando tiene la perspectiva del marcador a favor, controlador, sin riesgos innecesarios, cuando destina a su rival a una improductiva intención ofensiva, sin vía hacia Oblak.
En ese panorama entró el partido del conjunto coruñés, que tenía el balón, que profundizaba cuando encontraba la velocidad de Adrián López, que jugaba en campo contrario, que sumaba córner, pero que a la vez se quedaba en nada en la zona determinante, cuando se definen los goles dentro del área, sin ese plus esencial, sin eficacia.
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Rondó, rondó y rondó el empate, pero, salvo acciones puntuales, sin remate, como un cabezazo de Borja Valle al que se cruzó Godín, una carrera del delantero que cortó providencial Lucas o un tiro de Bakkali; más inquietud para un Atlético a medio gas, que contaba los minutos para el final del encuentro, hacia un triunfo rutinario.