El triunfo tuvo que esperar hasta el minuto 90 para el PSG, cuando Meunier, que además había sido el mejor del partido, coronó su actuación con una volea de empeine que entró por la escuadra de Vacik, al recibir un pase de Rabiot.
El belga, llegado a París este verano tras destacar en la Eurocopa con su selección, consiguió así resolver el embrollo en el que se hallaba metido el PSG, que no mató el partido cuando debió y luego sufrió hasta el último segundo.
Si algo se le critica al equipo galo es la falta de un media punta sobre el que gire el juego ofensivo. Se trajo a Ben Arfa en verano con esa esperanza, pero hasta ahora ha sido más un quebradero de cabeza que una solución para Emery.
Con Pastore relegado, su compatriota Di María asumió en Basilea la misión de filtrar el último pase, barriendo todo el frente de ataque, y para ello dispuso de más espacio del que podía imaginar. El exmadridista comenzó muy activo, socorrido siempre por Meunier en la banda derecha, pero la primera buena oportunidad (y casi la única) fue para el argentino del Basilea Matías Delgado, que remató en el segundo palo un pase que ningún defensa logró despejar.
La ocasión hizo reaccionar al PSG. Cavani, que vivió la noche en fuera de juego, pudo adelantar a su equipo gracias a un fenomenal pase en profundidad de Verrati, pero tomó la opción más complicada, la de picar el balón intentando una vaselina, que se fue muy alta.
Curioso el caso del uruguayo, a pesar de que se está hinchando a meter goles esta temporada, y es una referencia ofensiva del equipo tras la marcha de Ibrahimovic, sigue dando a veces la impresión de que le falta serenidad ante la portería, lo que le lleva a fallar ocasiones claras.
En cualquier caso, las oportunidades para el PSG se sucedieron una tras otra hasta que, justo antes del descanso, Matuidi desvió con el tacón un remate defectuoso de, quién si no, Meunier, a la salida de un córner. Con sopor deambulaba la segunda parte -que amaneció con Krychowiak como central de circunstancias por la lesión de Thiago Silva, noqueado por Areola en una salida- cuando sucedió lo inesperado.
Un balón desde la derecha del suizo Zuffi, que no se sabe si fue un centro o un disparo o las dos cosas a la vez, se coló en la portería parisina por encima de un adelantado Areola. Ahí las prisas llegaron al PSG, que recurrió a Rabiot y el español Jesé Rodríguez para tratar de remediar un resultado que les quitaba muchas posibilidades de ser primeros de grupo.
Janko pudo meter el segundo para los suizos, al rematar solo pero forzado una jugada a balón parado. Prácticamente en la jugada siguiente Meunier hizo el gol de su vida y devolvió la calma a un equipo un tanto atribulado.