Desorientados y visiblemente más delgados, los buzos que encontraron a los 12 niños atrapados en una cueva en Tailandia reconocen que estaban "muy débiles".
Durante diez días, estos jóvenes y su entrenador tuvieron que sobrevivir como pudieron, para lo que fueron clave varios factores.
El agua que se filtraba por las paredes era potable, pese a que la que había fuera de la cueva por las inundaciones no lo era. Además, la temperatura dentro de la cueva era de 26 grados, lo que ha evitado casos de hipotermia.