Un insistente Leganés supo sobreponerse a la adversidad y en el último aliento rescató un empate contra la Real Sociedad (2-2) en el que suponía el regreso de Asier Garitano a Butarque. Monopolizó el técnico todas las miradas en la previa pero ajeno a sentimentalismos centró su planteamiento en tratar de aprovechar los fallos del oponente, mostrándose al mismo tiempo ordenado y solvente en la retaguardia.
Le sirvió durante muchos minutos pero el empuje de su ex equipo fue demasiado. En los primeros instantes gozó el anfitrión del dominio territorial, buscando sorprender con internadas por banda que terminaban en centro sin rematador. Invitaba esa mentalidad al optimismo pero la estructura comenzó a mostrar grietas en el costado diestro con cada ofensiva del rival.
Tres tuvo en menos de diez minutos y dos acabaron en gol pasando por esa zona. Abrió las hostilidades un balón prolongado por Willian José que dejó solo a Juanmi en el mano a mano contra Cuéllar, pero el disparo raso del atacante fue centrado y a las manos del arquero. Bala de fogueo que anticipaba una ráfaga letal.
Poco después una combinación de Oyarzábal y Zaldua en la derecha dejó al primero con espacio para internarse. Paseando próximo a la línea de fondo aterrizó en el borde del área pequeña y allí asistió para Zurutuza, quien solo tuvo que empujarla debajo del larguero adelantando a los suyos. No se cerró la herida.
Oliendo a sangre irrumpió de nuevo Zaldua en el retorno a la que había sido su casa el pasado curso. El lateral quebró con un regate a Silva y puso el esférico al interior. Tocó este en Siovas y le cayó en la cabeza a Juanmi, quien remató obligando al despeje de Cuéllar. Sin embargo atento a la segunda jugada estuvo Illarra para empalmar según caía y aumentar la ventaja.
Bajó entonces el ritmo, algo a lo que por desgracia ayudó la lesión de Diego Llorente. El central quedó tendido en el césped tras apoyar su pierna izquierda después de un salto y posteriormente tuvo que abandonar el campo en camilla con evidentes signos de preocupación. El golpe anímico afectó a los vascos y eso trataron de aprovecharlo los de Pellegrino.
Pese a que faltaba claridad en la creación del ataque, cerca estuvieron de recortar distancias en un cabezazo de Siovas que tocó por dos veces en el larguero antes de alojarse por fuera de la red superior. Amenaza aislada para el sólido planteamiento del contrario, quien sufrió poco más de ahí hasta el descanso. Al juego volvió el Leganés con una cara nueva, la de Michael Santos.
El uruguayo, que ya había tenido protagonismo en San Mamés días atrás, saltó en sustitución de Javier Eraso con la idea de encontrar mayor movilidad en el ataque. Modificación en el once y también en la actitud, con los locales más intensos.
Crecida la grada y crecidos los jugadores, comenzó a verse un conato de reacción que pasó a mayores cuando El Zhar encontró la red con un potente disparo cruzado posterior a una excelente apertura de Gumbau.
Era la chispa necesaria para activar a los madrileños, desde entonces dueños del partido. Volcados en persecución del empate dispusieron de dos clarísimos acercamientos, un cabezazo de Michael Santos que desvió en la línea Moreno y un golpeo desde la frontal de Ruben Pérez que obligó al vuelo de Rulli.
Tocaba apostar a todo o nada, encerrar a la Real e invocar al acierto. Tenía eso sus riegos, propiciar por ejemplo una contra como la que desbarató valiente Cuéllar tirándose a los pies de Willian José. Pero era la única opción.
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Al final todo acabó en éxtasis cuando El Zhar se hizo con un esférico peleado por Michael Santos y superó a Rulli. La paciencia tuvo premio, un empate que no deja ni vencedores ni vencidos en el cara a cara con Garitano.