Anoeta volvió a ser favorable como casi toda la temporada para un equipo visitante y el Málaga ganó con justicia a la Real Sociedad, victoria que sirve al equipo de Míchel González para abandonar el puesto de colista tras un encuentro muy decepcionante de los donostiarras.
La Real, hundida en su moral tras los adversos resultados de las últimas jornadas, trató de tomar ventaja por la vía rápida, empezó muy intensa y Oyarzabal tuvo ya una gran ocasión de gol en el minuto seis a centro de Januzaj, pero su remate de cabeza, con todo favorable, se fue desviado.
El equipo de Míchel, con muchos agobios y convertido antes de este choque en el más serio candidato al descenso, dio una buena imagen cuando se situó en el campo, presionó a los donostiarras desde la misma defensa y bloqueó con éxito el juego desnortado de los blanquiazules.
Lo peor para los vascos estaba por llegar porque en el minuto 23, en un intento de salir con el balón jugado por la banda de Iñigo Martínez, el central se puso nervioso, erró y el balón terminó llegando a Borja Bastón que fue trabado por Rulli.
Bastón continuaría la jugada pero Llorente le detuvo el balón bajo palos, Del Cerro Grande no lo pensó, concedió el penalti que le habían hecho instantes antes de aplicar la ley de la ventaja y el delantero madrileño engañó desde los once metros a Rulli para elevar el 0-1 al marcador de Anoeta.
La Real, sin reacción
No reaccionó el equipo de Eusebio tras un nuevo mazazo que le obligaba a intentar otra remontada que cada día está más cara, su juego se tornó ramplón y previsible, sin rapidez y el Málaga disfrutó de una cómoda primera mitad sin que Roberto Jiménez se agobiara.
El Málaga tampoco tuvo que sufrir en la segunda parte cuando los realistas dieron definitivamente un paso adelante, más allá de que en el minuto 50 la suerte se aliara con los andaluces en un remate al poste de Willian José.
Ahí se acabó la película para la Real, porque instantes después, tras una mano dentro del área del delantero brasileño, el árbitro volvió a señalar penalti. Esta vez Rulli intuyó el disparo de Bastón y se lo detuvo pero, como también se había detenido la capacidad de reacción de la defensa blanquiazul, Chory Castro aprovechó para rematar a gol y completar la tarea de su compañero.
El conjunto de Míchel, a raíz de este segundo tanto, se sintió muy cómodo sobre el terreno de juego, los guipuzcoanos eran un haz de nervios al igual que la grada y, en ese escenario, las pérdidas son seguras para el equipo anfitrión como se terminó verificando.
Anoeta, tras el pitido final, despidió a los suyos entre pitos y algún grito aislado de dimisión, malestar muy peligroso para sus intereses en vísperas de comenzar a preparar el derbi vasco ante el Athletic de la próxima jornada.