El gran día llegó para el Atlético de Madrid. Después de la decepción vivida en la Champions League, cayendo en la fase de grupos y con ganas de todo menos de jugar la Europa League, los rojiblancos se refugiaron en una competición que sólo le da alegrías en los últimos años.
Con relativa solvencia, los de Simeone habían avanzado rondas, dejando atrás a grandes como el Arsenal y enfrentándose a su último reto: el Olympique de Marsella. Jugaba en 'territorio enemigo', en el estadio de un Lyon que se vio plagado de bengalas antes del inicio del encuentro.
Este hecho obligó a que se retrasase el inicio de un partido en el que Simeone apostó por Lucas Hernández y Correa en su once titular, dejando a un Vitolo renqueante en la grada. En el Marsella, la gran novedad era Payet, que tocó la copa al saltar al terreno de juego, un gesto del que después se arrepentiría.
Rodó el balón en Francia con el protocolo habitual por el Marsella: balón largo a la banda izquierda del Atleti y presión intensa. La estrategia le salió bien en los primeros minutos del encuentro, poniendo en serios apuros al Atleti en su salida del balón.
El primero de Griezmann... y el gafe de Payet
Sin embargo, un fallo fatal iba a decantar su partido y la final, para alegría de los rojiblancos. Mandanda pasó a Anguissa, que no tuvo su mejor control y dejó un balón franco a Gabi, que encuentra a Griezmann rápidamente. El francés definió con la sutileza habitual, mandando el balón a la derecha de Mandanda, leyendo las intenciones del guardameta.
Era el minuto 20, todavía quedaba un mundo en la final, pero el partido se iba a poner más de cara para los de Simeone. Payet, el gran referente francés, se retiró lesionado llorando. Una baja muy importante para el Marsella y habrá que esperar si también lo será para la selección francesa en el Mundial.
Se abrió otro partido. El Atleti, que no se había encontrado cómodo en el césped hasta el gol, fue haciéndose fuerte con el balón, llevando la ventaja en los balones divididos, anticipándose en todas las jugadas de los franceses. Incluso tuvo la ocasión de aumentar su renta con un cabezazo de Godín que se marchó alto.
Con esto se llegó al descanso. El primer golpe, siempre importante en una final, lo había dado el Atleti. Lo había dado un Griezmann que estuvo especialmente fino y frío en sus acciones, demostrando la enorme calidad que atesora en el que pudo ser su último gran partido con la camiseta rojiblanca.
De nuevo el 'Principito'
Pero el francés no se iba a quedar ahí. A los cinco minutos de la segunda parte, el 'Principito' puso el 0-2 en el marcador con una definición todavía mejor que la del primer gol. Tras una gran jugada, Koke encontró a Griezmann y el '7' definió con una sutil picada que sorprendió a Mandanda.
Dos goles de ventaja, un nuevo baile del 'Fornite' de Griezmann y la tercera Europa League, cada vez más cerca. Un partido para mayores jugado por un equipo serio contra un Marsella que se encontró con demasiados muros delante.
Lo que quedaba era un plácido camino hacia el trofeo. El tiempo que separa a un equipo grande de su merecida victoria. El momento en el que se sabe que sólo hay un campeón y, en esta ocasión, le tocó celebrar al Atlético de Madrid.
Las caras en el Marsella eran un poema, rostros de un equipo derrotado ante la solidez rojiblanca. Desesperados, protagonizaron varias acciones antideportivas, en especial Luis Gustavo y Nije.
Se acabó la sequía
Mitroglu era el único que parecía intentar una remontada que se antojaba imposible. El griego estrelló un cabezazo en el palo de la portería de Oblak, obligando al esloveno a estirarse, prácticamente, por primera vez en el partido.
Gabi acabó de redondear una noche mágica, una noche en la que se apagaron las bengalas con el ímpetu rojiblanco. Una noche en la que quedó una foto para el recuerdo, la de Griezmann saliendo del terreno de juego y dejando su sitio a Fernando Torres.
Con el crono como único rival, el Atlético de Madrid finalmente consiguió el ansiado trofeo. Kuipers pitó el final y la alegría estalló entre los jugadores rojiblancos y los aficionados desplazados a Lyon. Es la tercera Europa League, las dos primeras llegaron ante el Fulham en 2010 y el Athletic en 2012.
Se acabó la sequía para los rojiblancos, sin trofeos desde 2014. Una alegría con la que no contaban a principio de año, pero que acabó siendo la guinda a una temporada de menos a más. Una temporada que ha sido el principio de muchas historias y el más que posible final de otras. Torres levantó la copa al cielo de Lyon y, con ello, acabó la última página de su precioso libro con el Atlético de Madrid.