Una increíble falta de puntería y alguna milagrosa parada del portero de Bielorrusia Andrei Gorbunov frustraron el estreno de Francia en la fase de clasificación para el Mundial de Rusia 2018, resumido en un empate sin goles inexplicable por juego, ocasiones, ambición e insistencia de la selección gala.
Todo eso puso el combinado dirigido por Didier Deschamps en la segunda parte, pero ni con media docena de oportunidades, algunas clarísimas, logró el botín que buscó y mereció durante su visita a Borisov, limitada a un punto; un marcador decepcionante para una selección que aspira a lo máximo y que hoy jugó siempre para ganar.
Aunque aún pretende más continuidad en su fútbol, Francia dispone de imponentes futbolistas. Su centro del campo, formado por Paul Pogba y N'Golo Kanté, superiores física y técnicamente a sus rivales; su defensa, liderada por Raphael Varane y consistente para detener cualquier intento de su oponente; y su ataque, creativo, veloz y hoy, increíblemente, sin los goles que mereció.
Torrente ofensivo sin premio
Ahí está Antoine Griezmann, el enlace entre el medio campo y el gol y Olivier Giroud, secundados por bandas por la rapidez, zancada y agilidad de Moussa Sissoko y Anthony Martial.
Es, sobre el papel, un equipo poderoso, incontestable para adversarios de un nivel menor, como Bielorrusia, aunque sólo arrolla como colectivo en determinados momentos, como un rato rotundo en la segunda parte.
Hay momentos que le dan convicción, como el segundo tiempo; otros le invitan a la reflexión sobre sus mecanismos colectivos, su forma de abordar el repliegue contrario o la manera de desbordar como grupo, más allá de las acciones de Griezmann, Pogba, Sissoko o Giroud.
Son los cuatro jugadores que este martes repitieron como titulares respecto a la última final perdida de la Eurocopa el pasado julio. Sobre ese guión, siempre bajo su control, circuló todo el primer tiempo.
Sólo un par de inquietudes atrás, sobre todo un intento de cabezazo de Signevich al que le faltaron milímetros; mucha posesión de Francia -65 por ciento al descanso-; mucha precisión en el pase, un 90 por ciento; y nada de profundidad, atascado en el área local.
Gorgunov, la noche de su vida
Allí, no irrumpía con claridad. Lo intentó unas cuantas veces desde fuera, con Griezmann siempre de lanzador del balón parado, con Paul Pogba con un par de derechazos intranscendentes por la lejanía y el destino, sin dificultades para el portero Andrei Gorbunov y con un tiro desviado de Martial en 45 minutos, terminados con 0-0.
Consumida la primera parte, Francia tenía ante sí, además, una carrera contra el crono y el marcador, pero bajo circunstancias algo diferentes, porque el conjunto galo fue infinitamente superior en la reanudación, pero además con más y mejores ocasiones, ya incontenible para todos sus oponentes menos uno: el portero rival.
Primero falló Giroud, asistido con una genial maniobra por Griezmann -'sombrero' entre dos defensas y un taconazo al desmarque de su compañero-; luego, un lanzamiento de falta del atacante del Atlético de Madrid, la despejó Gorbunov con agilidad; después, un testarazo de Giroud, chocó con el larguero; más tarde Griezmann se echó las manos a la cabeza, incrédulo, ante el milagro con el pie del guardameta, que repelió una par de cabezazos más.
Ni a puerta vacía, ni a un metro de la línea encontró el gol Francia, como le pasó a Pogba después. Sólo le faltó marcar al combinado galo en el segundo tiempo. Demostró ambición e insistencia, desbordó y creó ocasiones para haber goleado, pero ni marcó ni ganó, contenido por Gorbunov, el muro de Bielorrusia.