Los doce escolares y su tutor atrapados en una cueva del norte de Tailandia desde hace dos semanas han podido contactar con sus familiares a través de cartas que comparten un mensaje común: "Estamos bien".
Los cuerpos de elite de la marina tailandesa publicaron las misivas en su perfil de Facebook, tras, previsiblemente, portarlas a través los túneles subterráneos parcialmente inundados a lo largo de la cavidad y entregarlas a los familiares. "No os preocupéis por mi, os echo de menos a todos. Os quiero. Yo estoy bien aquí, mis hermanos los marines me están cuidando", escribe Mik. "Estoy bien, solo un poco de frío, pero no os preocupéis por mi. No os olvidéis de mi fiesta de cumpleaños", dice Night, quien cumplió años dentro de la cueva.
El grupo -compuesto por doce niños de entre 11 y 16 años y un adulto de 26- fue encontrado la noche del lunes en una isla de terreno seco 4 kilómetros adentro de la caverna y tras nueve días de intensa búsqueda en la que participaron más de 1.300 personas.
Visiblemente delgados, pero en buen estado anímico y de salud, los chavales están siendo atendidos en la gruta por una decena de militares, entre ellos un médico y un psicólogo. "Mamá, papá os quiero; y a mi hermano pequeño también. Si salgo, por favor llevarme a una barbacoa", pide a sus familiares Night.
Gracias a la ingesta de complementos vitamínicos, el grupo recupera poco a poco las fuerzas de cara a la segunda fase: la salida de la cueva situada en el parque natural Tham Luang-Khun Nam Nang Non, en la frontera entre Tailandia y Birmania.
"Todos los niños están bien. El equipo de rescate nos está cuidando. Prometo que yo también cuidaré de los niños lo mejor que pueda. Gracias por el apoyo y por favor aceptar mis disculpas", solicita Ekapol Chanthawong, el entrenador del equipo de fútbol "jabalíes salvajes" del que forma parte junto a los niños.
Las autoridades barajan dos opciones para la salida del grupo: bucear a través de los pasadizos inundados o encontrar un hueco en la montaña por donde sacarlos con la ayuda de un helicóptero. Para ello, los escolares y el monitor han comenzado un entrenamiento intensivo para aprender a bucear, una opción de elevado riesgo, pero que según los expertos sigue siendo la más probable.
Mientras tanto efectivos militares rastrean el terreno de la montaña en busca de una fisura o chimenea que acceda a la zona donde se encuentran los niños. Este jueves, un buzo -de 38 años- antiguo miembro de la marina tailandesa perdió la vida cuando se encontraba buceando tras completar una misión de abastecimiento.
El fallecimiento del experimentado buceador sirve de ejemplo, según las autoridades, sobre la dificultad de las tareas de salvamento a las que se enfrentan los equipos.