La Europa League sirvió de excusa para lo que sobra en el fútbol volviera a sentirse protagonista. Los radicales sembraron el caos en varias ciudades del Viejo Continente, con especial atención en Zurich y en Plzen.
En Suiza, ultras helvéticos y del Nápoles sembraron el miedo en las calles, con peleas con barras de metal y cinturones ante una Policía superada.
En la República Checa el nivel de salvajismo llegó a tal extremo que incluso llegaron a lanzar una valla a un caballo, aparte de multitud de bengalas.