Nada ha parado nunca a Loida Zabala, ni la inflamación medular que la dejó en silla de ruedas con once años, ni el maltrato de su expareja dos semanas antes de ir a los Juegos Paralímpicos de Londres 2012. Nada. Y nada la detendrá nunca.
Tenía once años cuando Loida tuvo que cambiar su casa de Losar de la Vera (Cáceres) por una cama de hospital. Sufría una inflamación medular: "Yo no era consciente de la gravedad del asunto, simplemente me aburría muchísimo", explica quitándole importancia al hecho. Y aunque la situación era complicada, ella consiguió vencer: "Mi vida cambió, sin duda, pero a mejor".
La primera vez que Loida salió del hospital lo hizo sentada en una silla de ruedas. Pero eso no fue lo más importante. Ese día aprendió el "verdadero significado" de la palabra libertad. Loida recrea la sensación con sus palabras como si volviera a vivir el momento: "El salir a la calle y notar la brisa en la cara o los rayos del sol: es algo que tenemos en nuestro día a día y no valoramos". Ella empezó a hacerlo con once años.
"Cuando me sentaron en mi primera silla de ruedas mi vida cambió, pero a mejor"
La silla de ruedas no solo le enseñó a apreciar su entorno, también a vencer el miedo. Loida quería hacer "caballitos" con la silla, como todos los demás, pero no se atrevía. A pesar de los meses de morfina, temía el dolor de la caída. Hasta que un día decidió enfrentarse al miedo: "Me tiré una y otra vez hacia atrás hasta que lo perdí". Porque a Loida nada le frena. Porque sabe que no tiene límites, que cualquier circunstancia que le pase, puede superarla. Y ella empezó por superarse a sí misma.
Loida se aficionó a las pesas al poco de salir del hospital. Su cuerpo necesitaba tonificación y las mancuernas empezaron a formar parte de su día a día. La extremeña quería ser independiente. Por eso, también a los 18 años se sacó el carnet de conducir. El mismo año en el que empezó a competir en halterofilia paralímpica (Para Powerlifting), la disciplina de levantamiento de fuerza en press de banca. Una modalidad en la que las mujeres debutaron en Sidney 2000. Loida lo hizo ocho años después, en Pekín.
Y aunque Loida nunca ha pisado el podio en unos Juegos Paralímpicos, siempre ha conseguido diploma. Pekín, Londres y Río de Janeiro. Tres momentos inolvidables en su trayectoria deportiva. Aunque, sin duda, Londres 2012 fue el que más le enseñó: "Un mes antes de ir a Londres mi expareja me maltrató y me lesionó el brazo derecho", recuerda. No podía estirar el brazo, así que no podía levantar pesas y su sueño se alejaba. Pero Loida se recuperó en tiempo récord y compitió en sus segundos Juegos: "Fue una prueba de que cualquier proyecto que tengas en mente, por muy difícil que parezca, se puede conseguir", confiesa.
Loida ha demostrado ser una luchadora nata, una auténtica heroína. Si quiere algo, no duda y va a por ello: "Todas las experiencias que he vivido no las cambiaría por nada porque gracias a eso soy la mujer que soy". Fuerte y valiente.
"Para mí la discapacidad no existe"
En 2016, Loida ganó la Copa de Europa de Powerlifting. Un éxito que describe a la perfección la esencia de la deportista: "Quise probar a competir contra personas 'sin discapacidad'", dice entrecomillando la palabra con las manos. Y lo hizo. Con 39 de fiebre, las defensas por los suelos y mareada, pero lo hizo. Porque para ella esa discapacidad de la que la gente siempre habla, "no existe". Loida lo demuestra a diario y lo evidenció al subirse a lo más alto en aquel podio: "Todos podemos competir con las mismas normas y en las mismas circunstancias".
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Producción: Javier Torrijos | Realización: Adrián Carreira | Redacción: Sara Campos y Bea Lozano | Imagen: Adrián Carreira, David Ortega y Cayetano | Grafismo: Nacho Félez y Nacho Sanz | Texto: Sara Campos
Agradecimientos: a Berserkers Powerlifting Team.