Río de Janeiro dio inicio a la XV edición de los Juegos Paralímpicos de Verano con una Ceremonia de Inauguración en la que abrió su corazón sin límites a todos sus participantes, que serán los grandes protagonistas durante los próximos días, entre ellos los deportistas españoles, abanderados por José Manuel Ruiz.
Más de un mes después de convertirse en el epicentro del deporte mundial al acoger por primera vez en Sudamérica los Juegos Olímpicos, Río volvió a ofrecer mucha de su variedad artística y colorido, más toques de espectacularidad e imaginación, para recibir a los más de 4.300 deportistas de 159 países, más el equipo de refugiados, que participarán hasta el próximo 18 de septiembre, momento en que la llama, ahora sí, se apagará definitivamente.
También hubo momentos tensos como los producidos durante los discursos por el enfado de una buena parte del público por las menciones de agradecimiento de Carlos Arthur Nuzman, presidente del Comité Organizador, y de Sir Philip Craven, máximo mandatario del Comité Paralímpico Internacional (IPC),, al criticado gobierno del país.
José Manuel Ruiz encabezó a la delegación española
España salió en el puesto 50 de las entrañas de un Maracaná que no presentó un lleno absoluto, pero que se mostró muy participativo y animado, para desfilar pasada la medianoche en la península española, liderados por el jugador de tenis de mesa José Manuel Ruiz.
Tras Eslovenia y delante de una superpotencia como los Estados Unidos, el granadino, que participa en sus sextos Juegos, vivió con una amplia sonrisa el momento y lideró a la, como siempre, animosa delegación nacional, que también disfrutó del momento ataviados con una chaqueta beige y pantalón y sombrero rojos. Bromas, risas, alegría, baile y los habituales 'selfies' marcaron su paseo.
Minutos antes había sido el turno de abrir el desfile para el equipo de refugiados que componen el nadador sirio Ibrahim Al-Hussein, que portó la bandera paralímpica, y el atleta iraní Shahrad Nasajpour.
"El corazón no conoce límites"
Tras el cierre de los anfitriones, se completó el puzzle de un corazón latiendo formado por las piezas que llevaban las acompañantes de los abanderados y que fue uno de los momentos estelares de una Ceremonia cuyo lema fue 'El corazón no conoce límites. Todos tenemos un corazón'.
Pero antes, la ceremonia se abrió con protagonismo para Philip Craven, que apareció de forma sorpresiva desde la pantalla en la que se apresuraba a llegar a tiempo a Río al propio recinto para iniciar la tradicional cuenta atrás para levantar el telón de la ceremonia.
La obra tuvo momentos espectaculares como el salto inicial de Aaron Wheelz en silla de ruedas desde una rampa de 17 metros o la aparición del nadador brasileño discapacitado físico Daniel Dias, una de las estrellas del deporte paralímpico, al nadar por una piscina imaginaria en el centro de Maracaná y que dio paso al homenaje a las playas de Río de Janeiro, entre las que surfeó Daivizinho, de 9 años y subcampeón del mundo de surf adaptado, como aperitivo de lo que sucederá dentro de cuatro años cuando este deporte esté en el programa de Tokyo 2020.
Y el pebetero quedó encendido
También destacó el momento dedicado al sentido de la visión, en los compases finales de la ceremonia, o el que protagonizó la estadounidense Amy Purdy, medallista paralímpica en Sochi y bailarina.
La 'rider' americana, doble amputada de las piernas y tildada por el director de la obra como la 'Giselle Bundchen' de los paralímpicos, bailó con delicadeza con un robot, mostrando la necesaria armonía entre la tecnología y el ser humano.
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Fue el momento previo al esperado encendido de la llama paralímpica, ya bajo un repentino e inesperado aguacero sobre Maracaná que no impidió al nadador Clodoaldo Silva superar las barreras en forma de escaleras que se convirtieron en rampas para 'ayudarle' a llegar al pebetero y dar el pistoletazo de salida a días de deporte en estado puro.