Cómo se le va a echar de menos en la Fórmula 1. Cómo van a sentir los aficionados y los pilotos la ausencia de Fernando Alonso en la competición reina de monoplazas del mundo. Y cómo van a agradecer los que sí cuenten con el asturiano en sus coches y en su asfalto. Porque qué mejor manera de comenzar 2019 que con victoria. Que agrandando una leyenda que comenzó en los karts, que siguió con su debut en la F1 y con dos Mundiales y que, hasta ahora, había cerrado con las 24 Horas de Le Mans. Sí, hasta ahora, porque este 27 de enero el mito ha sumado otro entorchado en la mítica prueba de Daytona.
A lomos del Cadillac, Fernando Alonso ha dado, de nuevo y como suele ser habitual, toda una lección de pilotaje. Unas clases en directo de cómo pasar de poder ganar al comienzo a ganar al final. Y no, no fue fácil aunque pueda parecerlo como casi siempre que sucede cuando gana. Porque que él lo haga simple no quiere decir que lo sea. Que él sea capaz de pasar de ser octavo a primero en apenas una hora ante pilotos más experimentados en resistencia y en Daytona no quiere decir que todos puedan hacerlo. Porque estas cosas solo están al alcance de los mejores.
Fue Jordan Taylor el que abrió la veda desde la sexta plaza. El estadounidense se fajó bien en la zona 'media' de los favoritos a la victoria, manteniendo el Cadillac con opciones y con la suficiente cabeza fría como para saber que no se trata del comienzo sino del final. Cuando se bajó del coche, octavo, subió Fernando Alonso, y ahí empezó la magia que tanto se ha disfrutado en F1 y que, al menos este año, se va a perder.
El asturiano se desató. Veterano a pesar de contar con solo dos participaciones en la mítica pista de Daytona. Tras un adelantamiento excelso a Castroneves, empezó a quitarse rivales de por medio para liderar la prueba. Y para, de hecho, empezar a sacar una insultante ventaja a todos sus rivales. Tan solo las banderas amarillas igualaban lo que sucedía sobre el asfalto.
Porque esto funciona así. Es una carrera de resistencia. Muchos coches, varias categorias... y 24 horas seguidas en unos coches que o bien fallan por sí mismos o bien quienes fallan son sus pilotos. Además, lluvia. Una lluvia que provocó dos banderas rojas para evitar males mayores.
"No hay visibilidad en las rectas", dijo Fernando Alonso cuando la prueba caminaba a su desenlace. Faltaban un par de horas, y el agua caía de forma abundante en una pista en la que él era segundo. Felipe Nasr, líder, se salió de la trazada. El asturiano, hábil, aprovechó la circunstancia para ser primero antes de la última bandera roja. No hubo reanudación, y desde la línea de pit lane Fernando Alonso se coronó como campeón de las 24 Horas de Daytona. Viendo su actuación, más que posiblemente habría sido campeón de haberse reanudado la prueba.
Una más en la ya más que laureada trayectoria del piloto asturiano. Lejos de la Fórmula 1, Fernando sigue demostrando que ya no solo uno de los mejores pilotos de monoplazas de todos los tiempos, sino que también es directamente uno de los mejores pilotos que se ha visto en la historia del automovilismo. Queda el WEC, quién sabe si el Dakar y una posible vuelta a la F1... y claro está, las 500 Millas de Indianápolis.
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