Qué dura es la noche de Marina Bay. Dura al menos para los pilotos de Fórmula 1. Y al menos cuando hay carrera. Sesenta y una vueltas forman el GP de Singapur un domingo al año, y no solo gana el mejor y el más rápido sino quien más resista y sepa lidiar con uno de los asfaltos más exigentes. Fue Lewis Hamilton quien más domó los 'elementos', y suma otros 25 puntos más que le dejan cada vez más cerca de su quinto Mundial.
Puede parecer fácil, pues salía desde la pole, pero nada más lejos de la realidad. Con la estrategia y los neumáticos en su cabeza, y con Sebastian Vettel tras él en la 'segunda' salida de Gran Premio tras el safety car provocado por Ocon y Pérez en la vuelta 1, Lewis marcó el ritmo sin d ejar de mirar por el retrovisor. Y el ritmo marcado fue lento. Bastante lento. Todo para aguantar lo máximo posible las hiperblandas.
Las tuvo más tiempo que un Vettel a quien le falló la estrategia. Paró antes que los demás, se metió en tráfico tras Pérez y no solo perdió la comba de Hamilton sino que Verstappen le ganó la posición. Max fue la mayor oposición de un Lewis que vivió tranquilo... hasta que llegó la 'fiesta' de los doblados. En especial una formada por Sirotkin y por Grosjean, que a punto estuvo de cambiar por completo la carrera. "Estos chicos están locos", dijo Hamilton por radio.
La diferencia entre el Mercedes y el Red Bull llegó a ser de menos de un segundo, y eso a Hamilton no le debió gustar. En unas cuantas vueltas volvió a abrir brecha con Verstappen y todo se normalizó. Ya lo dijo Fernando Alonso, que a partir de la vuelta 3 ya la cosa sería un trenecito y, salvo unas batallas que se contaban con los dedos de una mano, así fue. Complicado era adelantar, y complicado era mantener los hiperblandos a pleno rendimiento.
Por suerte el asturiano salió con ultras, y en la estrategia basó su gran actuación bajo la noche de Singapur. Evitó el toque de Pérez y Ocon, y lo vio bastante de cerca por cierto. Y luego tan solo se mantuvo en pista, fue un martillo y esperó a que Grosjean marchara a boxes para respirar aire fresco. A partir de ahí, a gestionar gomas y a esperar a que todo fuera bien en su parada.
Así fue. Calzó neumático amarillo con poco más de 20 vueltas para el final y cruzó la meta séptimo. Justo por delante de un Carlos Sainz que, salvo porque entró al pit lane una vuelta antes, hizo el mismo gran trabajo y la misma estrategia que Fernando. El de Renault se las tuvo que ver con Ericsson para terminar octavo. No era él el problema, sino un Leclerc que volaba y que quería aprovechar la estrategia del sueco para presionar al madrileño al final de la prueba.
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Buenos puntos para la bolsa de Alonso y de Sainz, más sabiendo, en el caso de Fernando, de dónde venía el MCL33. En Rusia, McLaren tiene opciones de volver a pasarlo 'regular', pero de momento pueden saborear el séptimo puesto logrado por el asturiano. Y en Mercedes, y Hamilton, ven cada vez más cerca un nuevo Mundial en el que ya tiene 40 puntos de ventaja sobre Vettel... aunque aún quedan seis carreras.