La selección española femenina de balonmano no pudo romper con los pronósticos y puso fin a su andadura en el Mundial de Alemania, tras caer este lunes por 23-31 ante la todopoderosa Noruega en los octavos de final.
Una clara derrota que no puede ensombrecer el buen papel del equipo español en un Campeonato del Mundo, en el que la nueva hornada de "guerreras" a la que dio entrada Carlos Viver dejó más detalles positivos que negativos, lo que hace vislumbrar un esperanzador futuro.
Incluso ante Noruega, la vigente campeona mundial y europea, el conjunto español dejó pinceladas, que obligan a tener paciencia con un renovado equipo, que si dejó algo claro en Alemania es que no ha perdido el carácter competitivo, el gen "guerrero" que ha permitido a España hacerse en los últimos años un hueco entre la elite internacional. Una competitividad que permitió a la selección española rehacerse de un mal inicio de partido, que parecía condenar a las de Carlos Viver a una severa derrota.
"No es el qué, es el cómo. Tenemos que relajarnos, estar más tranquilas", insistió el técnico español Carlos Viver, que apenas superado el ecuador del primer tiempo se vio obligado a pedir con urgencia un tiempo muerto para evitar que el duelo se acabase definitivamente apenas recién iniciado.
Y es que España no encontró de inicio ni en ataque, ni en defensa el camino para poder contener a la todopoderosa Noruega, que liderada por una infalible Nora Mork, que anotó los cinco primeros lanzamientos que intentó, se escapaba en el marcador con unos más que inquietantes cuatro goles (5-9) de ventaja.
Una renta que creció aún todavía más (6-11) en los siguientes minutos ante la insistencia de los jugadoras españolas en concluir sus ataques con imprecisos lanzamientos lejanos que tan sólo sirvieron para engordar la estadística de la portera noruega Katrine Lunde. Punto de partida del veloz juego de contragolpe del equipo nórdico, que siempre a la carrera, tanto en primera como en segunda oleada, parecía empeñado en dejar sentenciado el partido antes de concluir la primera mitad.
Pero si por algo ha destacado el equipo español en este Mundial ha sido por su capacidad para variar el rumbo de los encuentros con las decisiones del banquillo, algo que Carlos Viver volvió a lograr ante las noruegas. Bastó que el seleccionador española ordenase una defensa individual sobre la central Stine Oftedal para que el oscuro panorama que parecía cernirse sobre las "guerreras" comenzase a aclararse para el conjunto español.
Sin posibilidad de conectar con la directora de juego, las hasta entonces infalibles noruegas empezaron a caer en la imprecisión, encadenando una serie de pérdidas de balón, que no sólo permitieron frenar el frenético ritmo goleador de las nórdicas, sino y, quizá lo más importante, que permitieron atemperar definitivamente los nervios al equipo español.
Tal y como se pudo comprobar en los siguientes ataques en los que España al fin tuvo la paciencia necesaria para generar los espacios suficientes para aprovechar la capacidad de penetración de jugadoras como Almudena Rodríguez.
Una fórmula que permitió a España situarse a tan sólo dos goles de distancia (9-11) a menos de falta de cinco minutos para el descanso, tras un parcial de 3-0 que alimentaba el sueño, hasta entonces impensable, de una posible remontada del equipo español.
Pero una inoportuna exclusión de Paula García acabó con cualquier esperanza del equipo español, que pese a ver como Nora Mork, sumaba su segunda exclusión antes de la conclusión del primer período, no pudo acercarse ya más en el marcador De hecho, aunque las de Carlos Viver volvieron a situarse de nuevo a dos tantos (12-14) al inicio de la segunda mitad, el intercambio de goles en los que se convirtió el inicio del segundo período no beneficiaba a la selección española, incapaz de seguir el ritmo a las noruegas.
Una circunstancia que permitió a las nórdicas, las vigentes campeonas mundiales y europeas, ir ampliando poco a poco su ventaja hasta hacer intrascendentes unos diez minutos finales, que Noruega no desaprovechó para agigantar, quizá más de lo merecido, el tanteador, como reflejó el 23-31 final.