Arturo Fernández, presidente de la patronal, se ve obligado a poner fin a su función hostelera en el Teatro Real. El grupo Cantoblanco cede finalmente la gestión de la cafetería y el comedor del centro.
Los trabajadores denuncian la actual situación en la que viven, al no saber si acabarán en el paro y, además, sin retribución alguna.
"El día que nos despide nos debe la nómina de junio y de julio, la paga extra de verano y, en mi caso, me deben 28 días libres que no pude disfrutar", ha indicado uno de los trabajadores del restaurante.
Miguel Ángel es una de las víctimas del derrumbe del imperio de Arturo Fernández. Él era cocinero en la Asamblea de Madrid, que rescindió el contrato con Cantoblanco hace unos días.
"No es que no respetara los derechos de los trabajadores. Se pensaba que podía hacer lo que quisiera", ha explicado Miguel Ángel.
Estas dos pérdidas son sólo los últimos coletazos de uno de los peores años para los negocios del jefe de los empresarios madrileño. Recientemente, Fernández había renunciado a la concesión de la cafetería del Congreso.
También ha perdido, en menos de un año, los comensales de IFEMA, el Club de Campo, y el Hospital Infanta Leonor, la Universidad Europea, el CaixaForum. Ahora, el último golpe a la figura de Fernández lo produce el Teatro Real.
Toda esta situación ha sucedido en diez meses en los que no han faltado los escándalos. "Que yo estoy imputado en Bankia. Lo saben ustedes, ¿no?", declaraba, desafiante, Arturo Fernández.
El líder de los empresarios madrileños también está acusado de pagar en negro a los trabajadores. Ha contraído una deuda de varios millones con Hacienda y la compañía ha acabado en concurso de acreedores.
En esta situación se encuentra actualmente el grupo Cantoblanco, que durante años sirvió a poderosos paladares. Sin embargo, ahora las deudas le van a hacer realmente difícil acceder a nuevos concursos.