El ex presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, ha pasado su primera noche en la cárcel. Su entorno se moviliza para tratar de buscar los 2,5 millones de euros de fianza que ha acordado el juez Elpidio José Silva para eludir su permanencia en prisión. Hay que remontarse a diciembre de 1994 para asistir al ingreso en prisión de un banquero, en este caso Mario Conde.
Desde entonces y hasta hoy, cuando con motivo de la crisis se ha desatado el aluvión de causas financieras en los tribunales por la mala gestión de los responsables de las entidades, ninguno de sus dirigentes ha ido a la cárcel.
El magistrado que investiga la concesión de un crédito fallido de 26,6 millones de euros concedido en 2008 por Caja Madrid al grupo Marsans dio un paso inesperado al citar de forma urgente al expresidente de la entidad. El argumento del juez era conocer de primera mano los detalles de la compra por parte de Caja Madrid del City National Bank of Florida, por el que la entidad española habría pagado un sobreprecio y que ha sido el detonante para dictar la orden de prisión.
Una decisión que no ha dejado indiferente a nadie, ni a los amigos ni a los detractores del ex banquero, quienes han destacado que, tras dejar la presidencia de Caja Madrid en 2010, Blesa había optado por rehacer su vida y disfrutar de su familia alejado de los focos. Sus planes para casarse el próximo 8 de junio con su compañera de los últimos tiempos quedan ahora en el aire.
Según el entorno de Blesa, los rifirrafes con el entonces patrón de los empresarios, Díaz Ferrán, comenzaron cuando el banquero se dio cuenta de que Ferrán le había embaucado en operaciones que habían resultado un fiasco, como la entrada en el capital de SOS. Y se acrecentaron con el polémico proceso electoral en el que Díaz Ferrán, en prisión desde el pasado diciembre, dejó de apoyar a Blesa y se alineó con las tesis de la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, quien abogaba por renovar la cúpula de la entidad financiera.