Esta es una historia real. El otro día, comprando por internet en un comercio que no conocía me pidieron todos los datos de mi tarjeta: número, titular, caducidad, CVV y… ¡el pin! No me había pasado antes y como tenemos siempre en la cabeza eso de "no le des tus claves a nadie"... Todas mis alarmas saltaron y cancelé la operación.
Eso sí, al día siguiente llamé por teléfono a mi banco. Resulta que los protocolos de compra online han cambiado para hacerse más seguros. No se trataba de ningún timo. Sabiendo esto, hice mi compra mucho más tranquila.
¿Cómo me afecta ese refuerzo de la seguridad?
La entrada en vigor de la "autorización reforzada de cliente" conlleva cambios importantes para ti como consumidor. Porque con ella, para cualquier compra por internet te van a pedir que confirmes que eres tú mediante al menos dos datos distintos. Y es que, hasta ahora, si tenías una tarjeta en la mano, aunque no fuera tuya, podrías comprar sin problemas. Y eso, reconozcámoslo, no era lo más seguro del mundo.
Los comercios pueden usar distintos factores de autenticación, que se dividen en tres grandes grupos:
- Conocimiento: algo que sabes, como una contraseña o PIN.
- Posesión: algo que tienes, como una tarjeta de débito o un teléfono móvil.
- Inherencia: algo que eres, que forma parte de ti, como la cara, el iris, la huella dactilar o en un futuro, incluso, la voz.
Es decir, que al ir a comprar algo podrían pedirte el PIN, pero nunca completo, solo un par de posiciones. También pueden pedirte la huella o mandarte un sms con una clave para completar el proceso.
Pero ojo, porque hay bancos que van más allá. Por ejemplo, implantando un CVV dinámico, es decir, que cambia cada 5 minutos y que solo puedes consultar a través de su APP.
Las tarjetas virtuales
Si pese a toda esta seguridad te sigue dando 'cosa' comprar por internet con tu tarjeta, has de saber que muchos bancos disponen de tarjetas virtuales. Suelen activarse a través de la APP bancaria y funcionan como una tarjeta prepago de un solo uso. Tú cargas el importe de lo que vas a comprar y después pagas. Tienen su propio número, su fecha de caducidad, su CVV… Sirven para dar seguridad cuando las usas, por ejemplo en una web que no conoces.
Recuerda: todo esto, al principio, quizá haga todo el proceso de compra un poco más lento. Pero ese minuto de más sirve para proteger tu dinero.
Pero, ¿era necesario tanto lío? Ya no pagamos como pagábamos
Lo cierto es que sí. Porque ya no pagamos como pagábamos. Y aunque el efectivo no ha desaparecido, se usa menos. El pago con tarjeta, sea de crédito o de débito, supone ya el 47% de las transacciones, según el 'Informe de tendencias e innovación de medios de pago', elaborado por Payment Innovation Hub. En 2014 había en España 67,7 millones de tarjetas en circulación. En 2019 esa cifra había aumentado hasta los 85,6 millones.
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Pagamos con tarjeta, con el móvil… Y muchas de las veces no lo hacemos de forma presencial. De hecho, un estudio realizado por Wakefield Research en 2019 estimó que el 30% de los beneficios de las empresas españolas ya proceden del canal online. La pandemia, además, ha acelerado esa digitalización del comercio. Por eso, mejorar la seguridad era tan necesario.
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