Fuentes oficiales confirmaron la salida de Gaspar del Gobierno luso cuando prepara nuevas medidas de ajuste, rechazadas por todos los partidos de oposición, para cumplir los compromisos del rescate financiero que otorgaron hace dos años a Portugal la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Gaspar, de 52 años y antiguo consultor y funcionario de la Comisión Europea y del Banco Central Europeo, fue, junto al propio Passos Coelho, el mayor defensor de la política de recortes presupuestarios aplicada en Portugal desde la llegada al poder de los conservadores, en junio de 2011.

Los sindicatos y la oposición de izquierda, incluido el Partido Socialista (PS) que negoció el rescate antes de perder las elecciones de aquel año y que encabeza ahora las encuestas de opinión, le consideraban el principal baluarte de la política económica del Ejecutivo conservador.

Gaspar se había convertido ya en el ministro más impopular del Gobierno y su dimisión fue pedida numerosas veces en debates parlamentarios, manifestaciones y protestas como la huelga general de la semana pasada, la cuarta en los dos años de Passos Coelho en el Ejecutivo.

La secretaria de Estado del Tesoro luso, Maria Luís Albuquerque, ha sido nombrada nueva ministra de Finanzas de Portugal en sustitución de Vitor Gaspar. La presidencia de la República lusa informó de que este mismo martes será la toma de posesión de Albuquerque, de 46 años y responsable hasta ahora de las emisiones de deuda soberana lusa y del proceso de vuelta a los mercados financieros que debe realizar este mismo año Portugal.

Su dimisión supone la segunda crisis ministerial del Ejecutivo luso, tras la renuncia, el pasado 4 de abril, del ministro adjunto al primer ministro y responsable de asuntos parlamentarios Miguel Relvas, que dejó el cargo en medio de un escándalo por irregularidades en la obtención de su título universitario.

La dimisión de Vitor Gaspar ha dejado a la troika sin su mejor aliado en el Gobierno de Portugal, donde el dimisionario ministro de Finanzas diseñó y ejecutó con mano firme las políticas de austeridad exigidas por el rescate financiero.

Era tan partidario de los ajustes presupuestarios y la ortodoxia financiera defendida por Alemania como el propio primer ministro conservador, Pedro Passos Coelho. Pero a diferencia del jefe de Gobierno, Gaspar tenía un historial de estrecha relación, como funcionario y consultor, con dos de los organismos, junto al Fondo Monetario Internacional (FMI), que forman la troika, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE).

Profesor universitario, autor de trabajos y estudios para organismos y publicaciones de Europa y EEUU, Gaspar está considerado uno de los más destacados técnicos en el área financiera de su país, donde hizo carrera en el seno del Banco de Portugal. Fue directivo de la entidad emisora entre 1994 y 1998 y tras varios años de servicios en la UE fue de nuevo asesor de esa institución desde 2010 hasta su entrada en el Gobierno.

Conocido por su aire de profesor despistado y las ruedas de prensa en las que parecía dictar a sus alumnos, el ministro dimisionario ha quedado en el anecdotario de la crisis lusa como el que anunció el "enorme aumento de impuestos" del año pasado. Aunque en su primer año de gestión Gaspar parecía escapar a las iras populares y las de la oposición con el tono académico y técnico que daba a sus intervenciones públicas, el ministro acabó por ser el más contestado del Gabinete cuando incluso su propio partido empezó a cuestionar los errores de la política económica del Gobierno.

Según un barómetro de opinión publicado este fin de semana en la prensa lusa, Gaspar era el peor miembro del Gobierno para un 30,1% de los encuestados, por delante del propio Passos Coelho, el segundo con un lejano un 11,3%.

La oposición y los sindicatos, que habían pedido con insistencia su renuncia en el Parlamento y en la calle, le consideraban responsable, con la troika, del diseño de una política económica exclusivamente centrada en la austeridad y los recortes presupuestarios.

Portugal vive su tercer año de recesión y lejos de volver al crecimiento en 2012, como preveían Gaspar y los organismos internacionales, este año registrará una caída del PIB del 2,3 %, según las previsiones más optimistas, y el desempleo se mantendrá en torno al 18%. La UE y el FMI tuvieron que suavizar las metas de déficit del país en septiembre y en marzo pasado, y la oposición reprocha a ambos organismos y al Gobierno que, de una manera u otra y pese a la dureza de las medidas de austeridad, el país no cumplió ningún año los objetivos previstos y tiene también muy difícil lograrlo este.

Gaspar admitió en marzo que la economía había evolucionado peor de lo calculado, pero, al igual que la troika culpa de la agudización de la crisis en el último año al mal escenario económico internacional, que afectó a las exportaciones lusas, su gran apuesta para la recuperación del país.

Pero los mayores contratiempos en sus dos años como ministro no vinieron del comercio exterior sino del Tribunal Constitucional que en octubre y abril pasado declaró ilegales varios de los recortes incluidos en los presupuestos del Estado en materia de salarios y pensiones. La última de esas sentencias abrió un agujero presupuestario de 1.300 millones de euros, supuso el bloqueo de los fondos del rescate y obligó a Gaspar a preparar a toda prisa con la troika medidas compensatorias aun no ejecutadas.

En su carta de renuncia el ministro saliente destacó esas sentencias y aseguró que hace ya ocho meses, el pasado 22 de octubre, informó de su voluntad de dimitir de inmediato a Passos Coelho. Ahora "esa urgencia se volvió ineludible", asegura al reprochar al máximo tribunal luso la "erosión significativa en el apoyo de la opinión pública a las necesarias políticas de ajuste presupuestario y financiero".

En su despedida del Gobierno, Gaspar reafirma que un país deudor y en crisis, tiene que dar prioridad a restaurar la confianza de sus acreedores para evitar costos económicos y sociales más graves.