El preacuerdo, para el partido socialista de Madrid, ya es un éxito. Pero el mérito, añaden, es únicamente de los trabajadores. Porque la alcaldesa, dicen, ha estado, una vez más, ausente.
Tomás Gómez ha afirmado que "la alcaldesa vuelve a quedar en evidencia y son los propios trabajadores los que tienen que buscar soluciones al conflicto" y, añade, "la alcaldesa no quería barrer las calles, sino los derechos de los trabajadores" Una negociación en la que no ven ni vencedores, ni vencidos. Jaime Lissavetzky asegura que "cada uno habrá tenido que ceder en algo, pero lo importante es que no haya un despido masivo".
Críticas también por la falta de previsión del ayuntamiento y la mala imagen de Madrid que se ha proyectado en el exterior. "Le ha faltado previsión, experiencia en la reacción de la alcaldesa en los inicios. Decir que esto no tiene nada que ver con nosotros, esto es un problema de la empresa y los trabajadores, no es lo que tenía que decir, porque es competencia de la alcaldesa".
La alcaldesa ha tardado once días en reaccionar. Satisfacción también en Izquierda Unida, pero comedida. Raquel López, concejala de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Madrid asegura que "hasta que no se de las circuntancias de que las empresas digan que no va a haber ni un trabajador que se vaya a la calle, no vamos a estar plenamente contentos".
La concejala de Izquierda Unida fue, precisamente, quien hace más de tres meses advirtió del riesgo de reducir el presupuesto de los servicios de limpieza. Y hacerlo, además, sin fijar el número de trabajadores. Explicaba que "si las empresas cobran un 25% menos y nosotros les permitimos no fijar el número de trabajadores, la ecuación como digo es bastante clara: el pato lo van a pagar los trabajadores". Pero desde el Ayuntamiento, entonces, la tacharon de agorera.
El tiempo ha dado la razón a quienes denunciaban que el recorte pesaría sobre los trabajadores. Son ellos los que ahora negocian para evitar un despido masivo.