Al frente de la cuarta entidad financiera de España: llegó a Caja Madrid, tal vez por casualidad, el mismo año en que José María Aznar llegó a la Moncloa. Eran compañeros de promoción como Inspectores de Hacienda.

Por si esto no fuera bastante, Blesa tenía otro gran aliado: el entonces presidente de la Comunidad y hoy ministro de justicia Alberto Ruiz Gallardón.

Son los años del boom español: a base de ladrillo, Blesa logra quintuplicar los activos de la caja madrileña y da beneficios récord. Pero también se mete en algunas operaciones de alto vuelos que no salen bien: créditos multimillonarios a constructoras arruinadas, compra de bancos extranjeros. Pero a pesar de todo, continúa.

A pesar incluso de Esperanza Aguirre. La expresidenta madrileña intenta en 2008 quitarle de en medio para colocar a su segundo Ignacio González pero desde Génova, no se lo consienten.

Rajoy tiene otros planes que pasan, poco más de un año después, por reemplazarlo por Rodrigo Rato. Blesa se marcha en 2010, dice que sin amargura, pero también con la cifra de beneficio más baja de toda su gestión.

Los agujeros empezaban a asomar, era el primer capítulo de un drama que acabaría con la quiebra y nacionalización de su heredera Bankia. Hay quien le echa la culpa desde el primer momento y Blesa pasa por la Audiencia Nacional.

Y también por el Congreso, aunque no asume culpa ninguna. Pero visto lo visto hoy, parece que el juez no es de su misma opinión.