El expresidente de Bankia, Rodrigo Rato, ha desvelado en la Audiencia Nacional que, poco antes de su dimisión, el Gobierno le pidió un nuevo plan para la entidad, a pesar de que el anterior tenía el visto bueno del Banco de España, según han informado fuentes jurídicas.

Rato ha llegado en coche a la Audiencia Nacional cuando le aguardaban medio centenar de afectados cuyo número ha seguido aumentando según se acercaba el momento de su declaración como imputado en la causa en la que se investigan delitos de administración desleal y apropiación indebida, entre otros, en la constitución y salida a bolsa de Bankia.

"Rato, ratero, devuélveme el dinero" ha sido uno de los cánticos más coreados por los congregados que, ataviados con caretas con la imagen del exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional, también han chillado "Rato, capullo, te queremos en el trullo". Junto a los gritos, también han dejado ver pancartas en las que se podía leer "Bankia preferentes, roba a los ancianos" o "Rato, uno de los grandes chorizos y sinvergüenzas de España".

Durante casi tres horas de interrogatorio, las mismas que aguardaron a las puertas del tribunal centenares de afectados por las preferentes de Bankia, Rato ha desvelado que el Ejecutivo le pidió un nuevo plan para la entidad a pesar de que el anterior tenía el visto bueno del Banco de España.

Para cumplir con las provisiones inmobiliarias impuestas por el Gobierno, el grupo presentó un plan que se completó con otro, elaborado por Deloitte, para resolver algunas dudas sobre la matriz de Bankia, BFA, y que el 17 de abril recibió el visto bueno del Banco de España, la misma institución que le animó a crear el grupo.

Sin embargo, inmediatamente después, Economía pidió a Rato que hiciera un nuevo plan aún más exigente, en el que contemplara un batacazo de la economía, peor que las previsiones más pesimistas.

Con el convencimiento de que Bankia podría salir adelante, el equipo de Rato diseñó a finales de abril una nueva estrategia con la que el grupo soportaría escenarios inimaginables y de la que se informó puntualmente al Gobierno. Pero la aprobación finalmente no se produjo porque, según le trasladaron desde Economía, "esto no es lo que esperábamos", con lo que sintió que había perdido la confianza de las autoridades y que, por ello, debía dimitir.

Además, después de su marcha, el 7 de mayo, Deloitte seguía sin presentar el informe de las cuentas de 2011, aunque Rato ha dicho al juez Fernando Andreu que poco antes el auditor le "juró" que el documento estaría "aunque tuviera que trabajar toda la noche", con lo que quedarían avalados los resultados del grupo.

Las cuentas que habían sido presentadas el 28 de marzo para su formulación y que reflejaban un beneficio de 309 millones eran, a juicio de Rato, el "reflejo fiel" de la entidad a cierre de 2011. Sin embargo, el auditor sí estuvo presente en la última reunión de los consejeros ahora imputados para justificar una reformulación que arrojó unas pérdidas de 2.979 millones, ya bajo la presidencia de José Ignacio Goirigolzarri y en las que, según Rato, ni varió el beneficio operativo ni la morosidad.

Se abre así otro interrogante sobre el papel que jugó Deloitte, cuestionada por otros exconsejeros, en las últimas semanas de Rato, por lo que será clave la declaración como testigo del auditor de la firma.

Rato también ha subrayado que el plan que le pidió Economía no guardaba ninguna relación con las cuentas del cierre de 2011, ni con el aprobado el 17 de abril por el Banco de España, y ni siquiera con el elaborado por Deloitte.

Rato ha abandonado la sede judicial desde su aparcamiento en un vehículo a gran velocidad, lo que ha generado la indignación de los congregados, que le esperaban con gritos de "Rato, ratero, devuélveme el dinero", entre otros.

Frente a esta reacción, algunos de los abogados de los imputados coinciden en que la conclusión de los interrogatorios, incluido el de Rato, que era el más esperado, no han arrojado indicios de responsabilidad penal sobre ninguno de los 33 imputados.