En Valença do Minho, los nuevos recortes del Gobierno luso han llegado en el peor momento. "No pueden recortarnos más", afirma uno de los vecinos. Aunque algunos lo acepten con resignación. A cambio, los funcionarios recuperan su paga extra. Una extra a la que algunos están dispuestos a renunciar. "Por mí, no la cobraba", afirma una profesora de un colegio público.

En el centro de asistencia social de Vila Real de Santo Antonio, otros funcionarios no se creen que vayan a devolverles la paga extra. El primer ministro portugués pretendía ahorrar 1.300 millones con la supresión de la paga extra. Ahora ese dinero tendrá que salir de "sanidad, educación, seguridad social y empresas públicas", según explicó Passos Coelho.

Más recortes para un pueblo que se siente asfixiado. "Es lo único que no pueden tocar. Cada vez seremos más pobres", apuntan algunos ciudadanos. Alemania ya ha pedido que se den prisa en aplicar los recortes. Los portugueses se han levantado con portadas como ésta: "unos recortes mayores, para un estado cada vez más pequeño". Mientras, temen un segundo rescate.