Millones amasados por el contrabando de armas también entraron en las arcas del HSBC. Varios clientes, de hasta siete países, ocultaron en el banco suizo más de 56 millones de dólares, unos 50 millones de euros.

El dinero, de dudoso origen, sirvió para financiar varias guerras en África. Una de ellas, la guerra Civil de Liberia, proporcionó grandes beneficios a una empresa traficante. Entre 2001 y 2006, Katex Minas escondió en la entidad casi siete millones y medio de dólares tras proporcionar armas a un grupo rebelde que mató a cientos de personas.

Precisamente esa cuenta en Suiza delató el apoyo del gobierno de Guinea a los rebeldes de Liberia. El ejecutivo guineano le dio a Katex Minas, la suministradora de armas, 35 millones de euros para un presunto proyecto de construcción de viviendas. Esa cifra fue a parar a Suiza.

También uno de los grandes traficantes de armas libios tenía una cuenta opaca en Suiza. Un ingeniero vinculado al dictador Muahmar el Gadafi. Aquel hombre estuvo detrás de la importación, desde china a Libia, de 500.000 Kalashnikovs.

Y hay más empresarios o asesores políticos relacionados con el contrabando en países como Tanzania, Burundi o Angola que habrían utilizado fondos ocultos en suiza. El HSBC podría haber puesto trabas a las cuentas sospechosas pero las medidas especiales no llegaron hasta el año 2000. Y ni con esas se frenó que algunos clientes vinculados con el tráfico de armas seguieran operando desde la entidad.