Es una herramienta costosa pero muy útil: es el globo sonda meteorológico. Sirve para medir diferentes parámetros de la atmósfera, y su lanzamiento es todo un espectáculo.
A simple vista parece un globo normal. Pero trasmite los datos de un aparato que lleva colgado y mide datos de temperatura, de humedad, de la presión y del viento que hay en las diferentes capas de la atmósfera.
Está relleno de helio, al igual que un globo tradicional. Pero se diferencian porque este lleva unido una radio sonda. Un aparato que mide la temperatura, con un brazo sensor; la humedad, con unos con unos condensadores; el ozono, con una bomba de aire; y la presión.
Toda esta información pasa de una pequeña antena a una gran antena receptora, y la recibimos en un ordenador. Unos datos que llegan desde el instante en el que se lanza hasta las dos horas y tres cuartos de su recorrido antes de explotar.
Según va subiendo, se va expandiendo hasta medir unos 15 metros de diámetro y explota, más o menos superados los 32 kilómetros de recorrido.