Como si de un paisaje apocalíptico se tratara, el sureste de la península vivió la jornada del lunes con el cielo teñido de naranja. Un paisaje más o menos parecido que se han encontrado en Madrid esta mañana, en el que hemos visto los coches llenos de barro y la nieve de Guadarrama cubierta de un manto arenoso. La imagen es tan inusual que parece un filtro fotográfico, pero se trata de un fenómeno natural: la calima.
Desde este lunes, la península Ibérica está viviendo un episodio de calima (polvo en suspensión) excepcional. La causa de que esté llegando tal cantidad de polvo sahariano se debe a la borrasca Celia, presente en el oeste de África, explica Isabel Zubiaurre, responsable de meteorología de laSexta: "Es como si hubiera un ventilador sobre una fábrica de polvo", en referencia al desierto del Sáhara, donde se sitúa la borrasca.
La calima está afectando en toda la península, pero está azotando sobre todo a la mitad este y centro peninsular (Murcia, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Madrid y sur de Castilla y León). Se prevé que la jornada del martes será la más dura. El episodio será más leve el miércoles, perocontinuará hasta el jueves, explica Zubiaurre.
Los peores niveles de calidad del aire
Pero lo peor de este episodio no es la incomodidad o suciedad asociada al polvo, sino la contaminación del aire que provocan las partículas en suspensión.
La concentración de partículas en superficie está superando en muchos puntos los 400 microgramos/m3, es decir, "una calidad del aire extremadamente desfavorable", explica la responsable de meteorología de laSexta. Se considera extremadamente desfavorable a partir de 150 microgramos/m3.
Incluso estamos viendo ciudades donde se están registrando niveles por encima de 400 (Madrid), 700 (Ávila), y hasta 800 microgramos/m3, en Salamanca. En una situación así, la calidad del aire se considera "peligrosa" para la salud (el color granate), como vemos en este mapa, que recoge la calidad del aire en tiempo real de todo el mundo. Según la escala de colores del mapa, el color granate se considera calidad del aire 'peligrosa', el morado, 'muy poco saludable', el rojo 'insalubre', el naranja 'perjudicial para grupos sensibles', el amarillo, 'moderado', y el verde sería un nivel bueno de calidad del aire.
Pero lo peor para España puede llegar esta noche, ya que las previsiones muestran un aumento de la calima. El estado de la calidad del aire se puede ver en la siguiente imagen del sistema de monitorización atmosférica de los satélites Copernicus, que refleja el pronóstico para la noche de este martes. Esto se traduce en que la mayor parte de la península tiene una calidad del aire entre desfavorable y extremadamente desfavorable (el valor más alto que hay).
Según datos, de la Agencia Estatal de Meteorología, que ha calificado este episodio de "extraordinario", la calima está provocando visibilidad reducida a menos de 4 kilómetros en Madrid (ver foto siguiente), Granada y León. Es difícil saber si ha habido algún otro episodio igual porque no hay datos a largo plazo que permitan hacer conclusiones significativas, pero es posible que este supere a los más intensos vividos de forma puntual, como el de Murcia de 2003 o 2017, cuando el espesor óptico de los aerosoles (medida que indica la cantidad aerosoles en la atmósfera) fue de 1,9 unidades. Hoy por la tarde en la región se prevé que se triplique y supere los tres.
Además, allí donde la borrasca Celia lleve también lluvias, estas irán acompañadas de barro.
La calima es un fenómeno que sucede cierta frecuencia en las Islas Canarias, debido a su cercanía al continente africano. Esta se suele producir cuando existen fuertes vientos que arrastran grandes cantidades de arena y polvo de suelos desnudos y secos a la atmósfera, como las zonas desérticas. El proceso puede llegar a durar varias jornadas, como está pasando estos días.
Lo que es más inusual es verla llegar al territorio peninsular, sobre todo con la intensidad con la que lo ha hecho estos días, que nos ha regalado estampas inéditas de este episodio excepcional. Si quitarámos coches, árboles y edificios, las imágenes parecían habernos trasladado a Marte. Pero no, era Murcia, Almería o Alicante.