El informe sobre los crímenes registrados en la capital india hasta el pasado 15 de diciembre, con foco especial en los casos de violación, fue presentado en rueda de prensa por el jefe de la Policía de Delhi, B.S. Bassi.
Según Bassi, el aumento de las denuncias se debe a que ahora éstas se registran gratuitamente y sin importar la gravedad del crimen, insistiendo en que inscriben "desde el robo de una cabra hasta el hurto de 20 rupias (20 céntimos de euro)".
Además, en el caso de las violaciones, los datos comparativos desde 2012, cuando se registraron 706 violaciones, y este año, con 2.095, demuestran un cambio en la concienciación de la sociedad, más sensible hacia la violencia contra la mujer.
El caso que cambió esa percepción ocurrió en diciembre de 2012, cuando se produjo la violación en grupo en un autobús en marcha de una joven estudiante en Nueva Delhi que moriría días después por las heridas, desencadenando una ola de manifestaciones de indignación que llevarían a endurecer las penas contra los violadores.
"Si la Constitución india permitiera ahorcar o disparar a los acusados (de cometer crímenes contra las mujeres), la Policía de Delhi, con total autoridad, lo haría al momento", sentenció Bassi, en unas controvertidas declaraciones, aunque luego matizó que el "respeto a los derechos humanos" le impediría tomar esa medida.
Numerosos activistas indios han acusado en el pasado a la Policía de no registrar las denuncias por violaciones e incluso de tratar de forzar a las mujeres violadas a casarse con sus agresores, lo que llevaba a las víctimas a evitar las comisarías.
La directora para el sur de Asia de la organización HRW, Meenakshi Ganguly, llegó a definir en el pasado a las comisarías indias como "lugares que inspiran temor", y criticó que la Policía "a menudo" degradaba y volvía a traumatizar a las víctimas de violación.