"Compatriotas estadounidenses, el sábado, bajo mi dirección, Estados Unidos concluyó con éxito un ataque aéreo en Kabul (Afganistán) que acabó con la muerte del emir de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri": con estas palabras el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunciaba el primero de agosto el fallecimiento del que dirigió al grupo yihadista desde que Osama bin Laden murió, en 2011. Al igual que con Bin Laden, la muerte de Al Zawahiri fue el resultado de una operación calculada y duradera, que ha llevado años, gestada durante los mandatos de Bush, Obama y Trump.
Nacido y criado en una familia de clase media de El Cairo (Egipto) —tras los atentados del 11 de septiembre, 'The New York Times' lo describió como procedente de "una familia prestigiosa y próspera, con un pedigrí firmemente arraigado tanto en política como en religión"—, Al Zawahiri comenzó pronto su proceso de radicalización: con solo 14 años se adentró en el Islam político de la mano de los Hermanos Musulmanes, la organización islamista más antigua de su país natal, y un año más tarde ayudó en la creación de una célula clandestina con el fin de derrocar al Gobierno y establecer un estado islamista en Egipcio, como respuesta al ahorcamiento del intelectual Sayyid Qutb, miembro del Consejo de Orientación de Hermanos Musulmanes. Esta célula, compuesta por él y otros estudiantes de Secundaria, acabó fusionándose para darle forma a la Yihad Islámica egipcia.
Su actividad política temprana no le impidió, sin embargo, seguir estudiando: en 1974, con 23 años, Al Zawahiri se graduó en Medicina en la universidad de la capital egipcia y con 27 años ya tenía un máster en cirugía. No solo eso, sino que también practicó la medicina, en un hospital de Media Luna Roja que trataba a refugiados heridos en Pakistán, y también en un centro de Arabia Saudí. Fue aquí, en Yeda, donde conoció a Osama bin Laden.
Aún en Egipto, Al Zawahiri fue uno de los múltiples detenidos por el asesinato del presidente Anwar Sadat, y se erigió como líder de los arrestados: "Somos musulmanes que creemos en nuestra religión. Buscamos establecer un estado islámico y una sociedad islámica", llegó a decir. Fue absuelto por su supuesto papel en el complot para matar al mandatario, pero fue condenado a tres años de prisión por posesión ilegal de armas; la cárcel no hizo más que exacerbar sus ideas y su militancia política, tal y como se puede leer en 'The 9/11 Encyclopedia'.
De la mano de Bin Laden contra Estados Unidos
A su salida de prisión viajó a Yeda, y allí conoció a Bin Laden. La guerra abierta entonces de los talibán contra la invasión soviética en Afganistán le fascinó y en este momento decidió mudarse a Pakistán, donde ayudó a sus compañeros 'muyahidines' en la lucha. No obstante, se cree que Al Zawahiri llegó a viajar por todo el mundo, ocultando su identidad, en busca de refugio y financiación para su causa. Según recoge la BBC, se cree que vivió en Dinamarca, Suiza y Bulgaria, y que gracias a un pasaporte falso pudo viajar a lugares como Austria, Yemen, Irán, Irak o Filipinas.
Se estima que 1997 fue el año que se mudó a Afganistán, a la ciudad de Jalalabad, donde Bin Laden tenía asentada su base, y un año más tarde la Yihad Islámica que él lideraba desde 1993 anunció su fusión con otros grupos radicales islamistas, entre ellos Al Qaeda, momento en el que recalcó los diez años que llevaban luchando de la mano. Juntos —y con otros tres líderes yihadistas—, emitieron aquella fatua: "El juicio de matar y combatir contra los estadounidenses y sus aliados, civiles o militares, es una obligación para todos los musulmanes".
Seis meses después de aquel edicto, más de 200 personas murieron y más de 2.500 resultaron heridas en sendos ataques a las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania, ataques perpetrados por la Al Qaeda de Bin Laden y Al Zawahiri. Dos semanas después de estos atentados, Washington atacó varios campos de entrenamiento en Afganistán, a lo que Al Zawahiri respondió llamando a un periodista paquistaní: "Dígale a Estados Unidos que sus bombardeos, sus amenazas y sus actos de agresión no nos asustan. La guerra acaba de comenzar".
También "fue el autor intelectual del ataque contra el 'USS Cole' en el año 2000 [en Yemen], que acabó con la muerte de 17 marineros estadounidense y decenas de heridos", tal y como ha señalado Biden al anunciar la muerte del líder del grupo. "Dejó tras de sí un rastro de asesinatos y violencia contra ciudadanos estadounidenses, miembros del servicio estadounidense, diplomáticos estadounidenses e intereses estadounidenses", ha añadido; "y desde que Estados Unidos hizo justicia con Bin Laden hace once años, Al Zawahiri ha sido el líder de Al Qaeda".
La culminación de los grandes planes terroristas de Al Qaeda tuvo lugar el 11 de septiembre de 2001, con los ataques a las Torres Gemelas y al Pentágono de Estados Unidos: casi 3.000 personas perdieron la vida aquel día. "A esos hermanos que entregaron sus almas a Alá, Dios todopoderoso les ha concedido esta victoria que disfrutamos ahora", se pudo escuchar a Al Zawahiri en una grabación publicada meses después del atentado.
Perfil público y 25 millones por su cabeza
Desde los ataques del 11-S, Al Zawahiri elevó su perfil público: aparecía en numerosas grabaciones y su voz se escuchaba en audios en los que animaba a los musulmanes a sumarse a la 'yihad' contra Estados Unidos. Tanto es así que el Departamento de Estado de Estados Unidos llegó a ofrecer una recompensa de hasta 25 millones de dólares por cualquier información que llevara a su detención. Tras la muerte de Bin Laden en 2011, el número dos se convirtió en número uno. "Desde la clandestinidad ha estado coordinando las sucursales de Al Qaeda en todo el mundo, estableciendo prioridades, proporcionando orientación operativa e inspirando ataques contra objetivos estadounidenses", ha indicado Biden.
"Ha hecho vídeos, incluso en las últimas semanas, llamando a sus seguidores a atacar a Estados Unidos y a nuestros aliados. Pero ahora se ha hecho justicia y este terrorista ya no existe", ha añadido. "Nadie en todo el mundo debe temer a este asesino determinado y vicioso (...). Volvemos a dejar claro que no importa el tiempo que lleve, no importa dónde te escondas; si eres una amenaza para nuestro pueblo, Estados Unidos te encontrará y eliminará".
¿Un líder irrelevante?
A Al Zawahiri se le ha criticado de líder poco carismático, rebelde e incompetente. Y aunque el grupo terrorista se ha expandido geográficamente, el núcleo ha experimentado "pérdidas significativas", según un estudio publicado por Tricia Bacon y Elizabeth Grimm en el Centro Internacional de Antiterrorismo. "Aunque ahora dispone de un refugio seguro en Afganistán bajo el régimen talibán, la Inteligencia estadounidense cree que carece de capacidad para realizar grandes ataques transnacionales, un sello distintivo de Al Qaeda". Según las expertas, Al Zawahiri hizo poco por hacer cambios fundamentales en el grupo, más allá de llevar la visión de Bin Laden a diferentes partes del mundo y mantener a Estados Unidos en el foco central.
"El asesinato de Al Zawahiri probablemente no tendrá mucho efecto sobre el terrorismo global, porque las generaciones jóvenes de yihadistas han dejado de considerarlo un líder, espiritual o de cualquier otro tipo", señala el periodista de 'The Atlantic' Graen Wood, autor de 'The way of the strangers: encounters with the Islamic State'. "Su mayor logro, los ataques del 11-S, resultó ser único y los conspiradores pasaron la mayor parte de su vida huyendo o aburridos en la Bahía de Guantánamo. El movimiento yihadista que sí ha logrado algo ha sido Estado Islámico, que ridiculizó a Al Zawahiri (...). Muchos de sus posibles sucesores ya se han ido separando a otros grupos yihadistas, y llevan mucho tiempo intentando crear un 'paraíso terrestre' sin el consentimiento de Al Qaeda".