Cuando se ha despertado en la cubierta del Open Arms de camino al puerto de Sicilia, el pequeño Bangaly ha vuelto a hacer a su padre la misma pregunta: "¿Dónde está mamá?". "Me ha dicho que no lo sabe", cuenta el niño, de tan solo seis años.
Quienes le oyen preguntar apenas pueden contener las lágrimas: aún no sabe que el de su madre es uno de los cinco cuerpos sin vida que la ONG de salvamento rescató del naufragio frente a las cosas de Libia.
"Está muy lúcido y claro, pregunta por su madre constantemente. Su padre está en shock, le estamos atendiendo pero realmente el niño ya es consciente de que su madre se quedó en el agua y no sabe que está en una bolsa con los otros cuerpos", explica Oscar Camps, fundador de Open Arms.
El niño ha sufrido la misma tragedia que dejaba el desgarrador grito de otra madre, la de Joseph, que, desesperada, pedía ayuda para buscar a su bebé de seis meses, que cayó al agua y perdió ayer la vida.
Bangaly también cayó al mar, pero pudo ser rescatado. En la misma barca donde la madre de Joseph, rota de dolor, intentaba encontrar a su hijo, el niño pudo vomitar toda el agua que había tragado.
"Íbamos en el barco y de repente el agua empezó a entrar", relata. "Nuestro barco se rompió y empecé a tragar mucha agua", añade.
Afortunadamente, apareció una mano para socorrerle, mientras se aferraba a lo poco que pudo encontrar entre tanta agua para sujetarse a la vida. "Me agarré a una cuerda de otro barco pequeño y unas personas me cogieron y me metieron dentro", cuenta el menor que, agradecido, ha hecho unos dibujos que ha regalado a quienes le salvaron la vida.
A bordo del Open Armas viajan ahora 265 personas. Una decena, los casos más graves, han podido ser trasladados al hospital en helicóptero.
En la barca que se hundió esta semana iban 119 personas, de las cuales 113 fueron rescatadas con vida, según precisa Camps. Una de las que murió era la mamá de Bangaly. Como ella, más de 20.000 personas han perdido la vida a las puertas de Europa en los últimos seis años buscando un futuro mejor.