Boris Johnson continuará siendo el primer ministro de Reino Unido tras recibir el voto de confianza de 211 de los 349 'tories' que componen el Parlamento británico. El primer ministro no ha obtenido la confianza del 42% de los diputados del Partido Conservador, que han abogado por la marcha del jefe de Gobierno. En concreto, con 148 votos a favor de su salida, han faltado 32 votos más para alejarle del poder.
Hasta última hora, el resultado de la votación se preveía ajustado, ya que al ser anónima, se consideraba la opción de que ministros y altos cargos del Ejecutivo se opusieran a Johnson sin desvelar su nombre.
Johnson había afirmado que esta votación de censura interna sería "una oportunidad para poner fin a meses de conjeturas" sobre su futuro político. En un comunicado, Downing Street señalaba que esta noche era "una oportunidad para poner fin a meses de conjeturas y permitir que el Gobierno trace una línea y siga adelante, cumpliendo con las prioridades de la gente".
No obstante, a pesar de haber salvado la votación, los resultados evidencian las discrepancias en el seno de los 'tories' sobre la figura de Johnson. Gavin Barwell, jefe de gabinete de Theresa May cuando era primera ministra, ha destacado el doble rasero de este resultado para el primer ministro, al que la desconfianza de gran parte de su propia formación pone en la cuerda floja. "Más del 40% de sus propios diputados no confían en él. Sus días están contados", ha destacado el experto.
El primer ministro británico se ha enfrentado a una moción de confianza por parte de los 'tories' tras semanas de escándalos por el 'partygate', las fiestas celebradas por el gabinete más cercano de Johnson en pleno confinamiento por la pandemia de COVID en 2020. El proceso se abrió después de que el Partido Conservador recibiese las 54 cartas reglamentarias de sus parlamentarios para ponerla en marcha.
La última en enfrentarse a esta herramienta institucional británica fue la exprimera ministra Teresa May. A pesar de que consiguió salir airosa, las presiones de sus propios correligionarios por la gestión del Brexit provocó que dimitiera apenas seis meses después.