En 2019 Brittany Higgins, diputada del parlamento australiano, denunció que había sufrido una violación por parte de un compañero dentro de la institución. Su denuncia generó una enorme polémica y enseguida empezaron las presiones.
Algunas voces dudaban de su versión. Todo eso le generó tanta ansiedad que ha acabado ingresada: su situación es tan delicada que la Fiscalía teme por su vida y ha decidido que su caso no se juzgará.
La parlamentaria denunció hace un año, y ahí comenzó su pesadilla. "Este año ha sido extremadamente difícil y, en algunos momentos, traumático", explicó entonces.
Fue presuntamente violada por un compañero de trabajo en 2019, en el Parlamento australiano. Algo que puso en jaque la política de todo el país y que, a juicio de la víctima, "ha servido como un importante recordatorio de cómo de arraigado está el sexismo dentro de nuestras grandes instituciones".
El propio parlamento pidió perdón por lo ocurrido. El primer ministro reconoció que muchas denuncias fueron silenciadas por miedo a consecuencias electorales. "Lo siento por la señorita Higgins. Por las cosas horribles que ocurrieron aquí", expuso Scott Morrison.
El acusado es un exasesor del Partido Liberal que se declara inocente, mientras que su denunciante ha sufrido presiones desde que hizo público lo ocurrido: "la señorita Higgins se ha enfrentado a un nivel de ataque personal que no había visto en más de 20 años haciendo este trabajo", ha expuesto el director de la Fiscalía Pública del Territorio de la Capital Australiana, Shane Drumgold.
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Ahora, después de varias evaluaciones médicas, el caso se ha cerrado porque, según ha explicado Drumgold, "presenta un riesgo significativo e inaceptable para la vida de la denunciante". La fiscalía no cree que Higgins sea capaz de soportar un nuevo juicio y es por eso que no habrá sentencia, para que la víctima pueda sanar.