Desde la firma de ese preacuerdo, la frontera entre Grecia y Macedonia está completamente cerrada. Los refugiados están derrotados, vencidos por la lluvia, el lodo y el frío. Una noche de tormentas, que ha hecho que muchos hayan desistido en su sueño y accedan a ir a otros campamentos en Grecia. La situación más delicada la viven niños, ancianos y mujeres embarazadas que entre el barro del campamento de Idomeni sueñan con llegar al centro de Europa.