Los chiíes exaltados han entrado en el Parlamento tras conseguir abrir la puerta a golpes. Algunos graban con móviles su hazaña y dentro ya corean su triunfo. Son seguidores del clérigo Al Sadr. Él les ha pedido que salgan a la calle para protestar por el nuevo Gobierno propuesto por su primer ministro, Haider al-Abadi, y no lo han dudado.
La votación se había vuelto a aplazar minutos antes pero, han decidido entrar. Ni siquiera han respetado los muros de la Zona Verde. Una crisis política a la que se unen los continuos bombardeos en la lucha contra el Daesh que, a pesar de su pérdida de poder, todavía mantiene cierta capacidad terrorista.
Sólo en febrero, 55 personas han muerto y 116 han resultado heridas en un doble atentado suicida. Daesh se debilita, pero la población iraquí ya no encuentra dónde agarrarse para mantener su esperanza en una paz que no llega.