Brian Smith, el hombre de origen sudafricano acusado de torturar y matar a dos mujeres nativas americanas, Verónica Abouchouk y Kathleen Henry, ha sido condenado a 226 años de cárcel. Su detención fue posible gracias a Valerie Casler, una mujer prostituida, quien le sustrajo el móvil y al ver el contenido en su interior, decidió acudir inmediatamente a la policía.

En el dispositivo móvil, Smith había grabado todas y cada una de sus macabras prácticas, de manera minuciosa, y cuidando que no se le viese la cara en ningún momento. Prácticas que acababan con la muerte de estas mujeres "vives, mueres. Tristemente en mis películas todos mueren", se puede escuchar en un extracto de sus grabaciones.

Al no vérsele la cara, su acento fue clave para resolver el caso "parecía europeo o algo así", testificó Casler durante el juicio. Sin embargo, y pese a que durante su interrogatorio Smith reconoció haber realizado las torturas y los asesinatos, posteriormente, en una entrevista en la cárcel acusó a la policía de coacción "La policía me dijo no iban a tolerar que contara la verdad".

Pero el jurado lo tenía claro, todas las pruebas apuntaban a Brian, que ha sido condenado a más de 200 años de cárcel.