En la estación Keleti de Budapest, como en los días anteriores, los refugiados suben a trenes que les lleva a localidades fronterizas, como Hegyeshalom o Sopron, desde donde cruzan andando a Austria para seguir hacia la meta de la gran mayoría, Alemania.

Se estima que en los primeros trenes de la jornada han partido unos 1.000 refugiados hacia esos destinos.  Unas 3.000 personas fueron trasladas en autobuses desde Nickelsdorf, en la frontera entre Austria y Hungría, hacia otras localidades austríacas desde las que continuar el viaje, principalmente hacia Alemania.

Unos 500 llegaron a Berlín procedentes de la ciudad austríaca de Salzburgo. Durante la noche del viernes, unas 460 personas han cruzado andando la frontera entre Hungría y Austria Mientras, en el sur de Hungría, en la localidad de Röszke, siguen cruzando centenares de refugiados desde Serbia, que después son trasladados a centros de registro del país. 

El primer ministro de Hungría, el conservador Viktor Orbán, anunció que desde el próximo martes, cuando entren en vigor las nuevas leyes que prevén penas de cárcel por el cruce ilegal de la frontera, la Policía detendrá a todos aquellos que entren así en el país.

De esta manera, desde el 15 de septiembre la entrada irregular en Hungría puede ser castigada con hasta tres años de cárcel, que pueden ser cinco si se entra armado o dañando la valla construida para sellar la frontera. 

El ministro de Defensa, István Simicskó, ha anunciado que durante el fin de semana habrá ya 4.300 soldados en la frontera con Serbia que trabajarán en la construcción de una valla de cuatro metros de altura. 

En lo que va de año, las autoridades húngaras han interceptado a más de 170.000 refugiados que huyen de países en conflicto, como Siria o Afganistán, y cruzan Hungría para llegar a países más ricos de Europa.