Sarah es su nombre de trabajo y en una furgoneta aparcada en un bosque a las afueras de París es donde empieza su jornada laboral. Desde hace semanas, sin embargo, llegan pocos clientes.

La nueva ley para legislar la prostitución en Francia espanta a muchos clientes que tienen miedo de esos 1.500 euros que les puede costar si les pillan frecuentando a Sarah. Ella y muchas de sus compañeras están de uñas contra un ley pensada en teoría para contentarlas.

La ley de Monsieur Hollande y los suyos multa al cliente y prevé ayudas para las prostitutas que quieran dejar la calle en el caso de las extranjeras -que son la inmensa mayoría- les ofrece incluso los papeles de residencia.

Habrá éxodo de prostitutas hacia países, como España, sin esta legislación

Ya no se penalizará con hasta dos meses de cárcel a las trabajadoras del sexo como instauró Sarkozy. A pesar de esos avances, la futura ley espanta a diversas asociaciones de prostitutas, ONG's y grupos feministas.

La razón principal la cuenta así de clara Priscilla "total de prostituta". Una ley demasidado, ambiciosa, utópica y hasta ingenia, que según algunos, que se convertirá en la práctica en más precariedad, más clandestinidad y un éxodo de prostitutas hacia otros países, como España, en los que no exista esta legislación.

El debate está abierto entre quienes creen que la erradicación es la única respuesta contra un negocio cuajado de mafias, y quienes piensan que convertilo en un trabajo regulado y respetado, es el único modo de proteger a las mujeres.