Travis King huyó a Corea del Norte en busca de 'una vida mejor', asqueado "por el maltrato inhumano, el racismo sistémico en el Ejército estadounidense y desilusionado con su desigualitaria sociedad". Con estas contundentes declaraciones ha roto su silencio, casi un mes después, el régimen de Pyongyang sobre el joven soldado desertor estadounidense.
La agencia estatal de noticias le atribuye esas palabras, pero al joven no se le ha visto ni oído. Undetalleque tiene preocupados a sus familiares, según han confirmado sus portavoces: "La señora Gates está al corriente de las 'informaciones' lanzadas por la KCNA. Las autoridades de ese país son las responsables del bienestar de Travis King, y ella sigue pidiendo que se le trate con humanidad. Es una madre preocupada por su hijo y agradecería una llamada telefónica de él".
Un tío de Travis sí ha contado a medios estadounidenses que en el pasado habría sufrido varios episodios racistas durante el servicio militar. A nadie se le escapa tampoco, en cualquier caso, que la dictadura de Kim Jong-un gusta de sacar a relucir las miserias de la sociedad estadounidense -el racismo, muy concretamente- para distraer de su peliagudo historial con los derechos humanos.
"Corea del Norte suele destacar el racismo en Estados Unidos y usarlo para contrarrestar las críticas estadounidenses a la situación de derechos humanos de Corea del Norte, en lugar de entablar negociaciones con Estados Unidos", explica un profesor de Estudios norcoreanos en la Universidad Kyungnam de Corea del Sur. "Busca arrojar una luz negativa sobre él y hacer ver que Estados Unidos, que regularmente señala las condiciones de derechos humanos en otros países, no está en posición de hacerlo", coinciden desde el Centro Stimson, 'think tank' con sede en EEUU.
Un histórico informe de la ONU sobre derechos humanos en Corea del Norte concluyó que los jefes de seguridad de Corea del Norte, y el propio líder Kim Jong-un, deberían ser juzgados por un sistema de atrocidades al estilo nazi controlado por el Estado. Travis King, 23 años, soldado de tierra destinado en Corea del Sur, cruzó "motu proprio y sin autorización" a la del Norte aprovechando una visita a la zona desmilitarizada entre las dos. Algo muy turístico... salvo porque en ese mismo momento tenía que estar volando a EEUU.
Le esperaban de vuelta en la base de 'Fuerte Bendición', en Texas, porque no había sido precisamente un bendito durante su periplo surcoreano: venía de pasar 47 días encarcelado por varios altercados: peleas, encontronazos con la policía local y destrucción de material. Nada más hubiera llegado, se enfrentaba a un proceso disciplinario. La familia, en estrecho contacto con el Ejército, pone en valor que el Departamento de Defensa no ceja en sus esfuerzos por llevarle de vuelta a Estados Unidos. No parece más fácil que hace un mes, cuando los norcoreanos aseguran que el soldado King ha pedido "refugio", ya sea en Corea del Norte o en un tercer país.